Con el nombre cedro se conoce a varias especies pertenecientes a la sección Laricoidae de la familia Pinaceae y que se agrupan bajo el género botánico Cedrus Trew. Los árboles de esta sección (Ruiz de la Torre, 1979; Ruiz de la Torre, 2006) se caracterizan por tener hojas aciculares perennifolias. Se disponen de forma helicoidal a lo largo de tallos largos (macroblastos) y también tallos cortos (microblastos) que agrupan las acículas a modo de escobillas.
EL CEDRO <Cedrus atlantica (Endl.) Manetti ex Carrière>
Sus conos son verticales, asentados sin pedúnculo sobre las ramas leñosas, en disposición periférica de la copa. No tienen escamas, como sus parientes del género Larix de los que se diferencian por la ausencia de brácteas salientes y el carácter dehiscente de los mismos (se deshacen tras la madurez). Maduración bisanual.
Las acículas de los alerces son caducifolias con carácter anual. Cada otoño amarillean y se caen para pasar el invierno de forma desnuda, en modo contrario a la persistencia que manifiestan los cedros
Género originario del Himalaya, se fue extendiendo hacia occidente con la alternancia entre períodos glaciares. En estas circunstancias, las montañas se convierten en isleos reservorios desde las que las especies boreales se expanden durante los tiempos en que descienden las temperaturas. En ese proceso aprovechó los hielos glaciares para llegar a occidente tanto en la orilla europea como en la africana dando lugar así con el paso del tiempo a cuatro especies.
Cedrus deodara (D. Don) G. Don, que se mantiene en el Himalaya
C. libani A. Rich natural en las montañas de Oriente Próximo
C. brevifolia (Hook. f.) Henry, espontáneo en las montañas de Chipre
C. atlantica (Endl.) Manetti ex Carrière, en las montañas del norte africano (Cordillera del Rif y Cordillera del Atlas).Aquellos que aprendieron a deshacerse de sus hojas durante los tiempos más fríos pudieron aventurarse en altitudes de mayor cota y clima más seco. Eso les permitió también emprender camino del Gran Norte. Con el tiempo, acabaron siendo parientes próximos. A estos primos se les conoce como alerces y a ellos el botánico Miller les nombró con el género Larix.
Los cedros son de climas más húmedos y menos fríos, vegetando muy bien en las umbrías frescas de las montañas circunmediterráneas por encima de los 1000 m de altitud. Es indiferente a la naturaleza mineralógica del sustrato y aunque requiere suelos buenos, no se muestra tan exigente como sus otros primos, los abetos ni tan frugal como sus parientes los pinos.
Así que es una opción intermedia que ha demostrado vegetar perfectamente en las montañas de nuestro ambiente como se aprecia en el vecino Marruecos. Allí se asienta de forma natural tanto en las montañas calizas de Chefchauen como en las silíceas o serpentínicas de Azrou e Ifrane, en el lejano Atlas.Durante los tiempos de promoción forestal durante la segunda mitad del s. XX se llevaron a cabo algunas plantaciones de carácter experimental en muchas de las repoblaciones que se acometieron en España.
La especie usada principalmente fue el cedro del Atlas (C. atlantica (Endl.) Manetti ex Carrière), saliendo adelante en la práctica totalidad de los casos y dando lugar incluso a regenerado natural en sus alrededores. Conocemos el caso de Sierra Nevada, Sierra Arana, Sierra Tejeda, Sierra de las Nieves y Sierra Bermeja.

Cedros adultos en la Fuenfría (Igualeja)
En esas excursiones me ha resultado especialmente significativa la facilidad con la que se ha instalado en algunos puntos de esta última donde ha conseguido asentarse de forma estable y dar lugar a una próspera población de regeneración natural.

Regeneración natural de cedro sobre peridotitas de S. Bermeja
Tras el gran incendio acaecido en Septiembre 2021 en el que se han quemado casi 9000 ha contiguas del macizo serpentínico de Sierra Bermeja esa facilidad me lleva a pensar en la utilzación de la especie para contribuir a la diversificación de las masas de pinar que prosperan allí de forma natural.
Las serpentinas tienen cierta particularidad de vocación forestal. La conjunción de ciertas características físicas le llevan a hacerlas impracticables para el uso agrícola (Gómez Moreno, 1989). Su acentuada pendiente, pedregosidad y la particular naturaleza mineralógica del sustrato les han conferido carácter indómito y salvaje, relegándolas a otros usos menos rentables como han sido el pastoreo, la resinación de los pinos o la corta y saca de su madera.
Por otra parte, las “peritontitas” tienen un alto porcentaje en arcillas (cloritas magnésicas) de alto poder catiónico. Eso eleva la capacidad de retención del agua (potencial pF), generando un efecto de sequía inducida que no se corresponde con las altas precipitaciones disponibles en la zona.

Reales de S. Bermeja. Marzo 2021
A ello se une la presencia de un elevado contenido en metales pesados. Estos iones además de generar un efecto eléctrico similar presentan el añadido de poseer carácter tóxico, generando trastornos en la fisiología vegetal que sólo algunos especialistas consiguen sortear.
De este modo, a nivel arbóreo la cobertura dominante es una uniforme masa de pino negral (Pinus pinaster Aiton.) que tradicionalmente ha cubierto las laderas de estas montañas. Sólo otra conífera parece estar a su nivel y coloniza las umbrías y zonas más resguardadas de las cotas elevadas.
El pinsapo (Abies pinsapo Boiss.) ocupa así la zona alta de los principales picos bermejenses, como Los Reales, Plaza de Armas, Cerro Corona. Asimismo, en otros emplazamientos de altitud similar, se ha mostrado muy propenso a prosperar adecuadamente. El alto de Porrejón, Cerro Nicola o el entorno del puerto de Los Realejos.El cedro del Atlas tiene unos requerimientos ecológicos muy similares a los del pinsapo. De hecho se presenta conjuntamente con él en las cercanas montañas del Rif en el vecino Marruecos. En el Atlas, incluso vegeta en un clima más seco por su continentalidad, mayor altitud (más de 1.500 metros) y lo más relevante en este caso, sobre sustratos serpentínicos.
El cedro, a diferencia de nuestro abeto mediterráneo, es una especie comercial que no tiene restricciones a su manejo tradicional. Su madera está considerada como semidura y clasificada como durable frente a la acción de los hongos y resistente a coleópteros perforadores y las termitas (Guindeo Casasús et al., 1997).
El alto contenido en aceites esenciales le ha hecho merecedor de destilación para su obtención. Esto confiere a la madera un olor muy agradable que persiste con el tiempo y le confiere carácter repelente al ataque por organismos biológicos.
Por este tipo de cuestiones así como por su belleza y propiedades mecánicas (Guindeo Casasús et al., 1997) la madera de cedro y alerce está considerada como la mejor de toda la familia de las Pináceas (Ruiz de la Torre, 2006).

Aserradero local de cedro. Azrou (Marruecos)
La pretensión no va por “africanizar” las sierras bermejas, a lo que puede consultarse el interesante artículo de Alba-Sánchez et al. (2018). Es más bien una cuestión de gestión. Se trata de resolver algunas de las limitaciones que se generan a la hora de evitar los incendios recurrentes que vienen siendo tradicionales en estas montañas cada cierto tiempo (Vega Hidalgo, 1999).
El gran incendio recientemente ocurrido ha demostrado sobradamente que la extinción de incendios no es una cuestión de medios. Sumándome a la opinión de que los incendios se apagan en invierno solamente una adecuada gestión de las masas boscosas de estas laderas montañosas pueden oponerse a eventos tan generalizados como el recientemente ocurrido.

Cerro Nicola, Jubrique. Enero 2022
Los grandes incendios forestales tienen dos componentes, una biológica y la otra estructural. A la primera se le suele llamar combustible vegetal. La otra es el resultado de la ecuación planteada por la orografía, las medidas preventivas y la intensidad de viento.
La proximidad a la confluencia entre dos masas de agua marina de alto contraste como son el Atlántico y el Mediterráneo genera episodios eólicos de alta intensidad con cierta frecuencia. Las pendientes de la montaña son una constante conocida de difícil y costosa atenuación. Entre ambas componentes de la ecuación sólo cabe interponer las medidas preventivas de modo artificial.

Semillas de cedro
Tradicionalmente la intervención se ha llevado a cabo mediante actuaciones en la masa forestal y la apertura de vías de penetración. Los clásicos cortafuegos lineales, de anchura relativamente escasa cada año parecen mostrarse más ineficaces a mayor densidad y madurez de la masa arbórea. Frente a ello la tendencia general en los últimos decenios lleva a operar sobre superficies amplias.
Cuanta mayor sea la masa manejada, menor es el riesgo de propagación y evolución hacia un episodio de gran magnitud. Sumado a eso, las vías de penetración facilitan la realización de cualquier tipo de actividad o trabajo.
Históricamente las actividades usuales en los montes eran las encargadas de mantener un nivel de baja combustibilidad y fragmentación en la continuidad. El pastoreo con altas cargas ganaderas, los usos leñeros, el carboneo, el aprovechamiento del matorral, en suma, la exportación de combustible desde el monte hasta el horno de la panadería, de la industria, la calera o la chimenea del hogar era el sumidero de materia combustible de los montes.

Aprovechamiento de madera de cedro. Turno 120 años. Azrou (Marruecos)
La mayor parte de esas actividades han decaído. La superficie forestal española, según los resultados de cada uno de los Inventarios Forestales que se llevan haciendo durante el último medio siglo aumenta en extensión y en densidad como consecuencia de ello.
En un entorno tan humanizado como el de nuestros bosques, no resulta dificil la aparición de un incidente que genere la ignición primera.
Una alternativa para la fragmentación combustible es la diversificación de rodales. El fuego no se comporta del mismo modo en todas las especies. Unas son más inflamables, otras más combustibles, y otras menos en cada uno de esos aspectos.
En terrenos más versátiles existe un amplio elenco de especies botánicas que pueden manejarse como alternativas. Las frondosas, al abrigo de las condiciones nemorales que mejoran las coníferas, suelen ser la mejor opción. Pero no hay tanto margen en el seno de los complicados terrenos serpentínicos.
En ellos, las opciones que se nos presentan más favorables pasan por la elección del cedro para las zonas frías y del algarrobo (Ceratonia siliqua L.) para las de menor cota y mayor temperatura.

Algarrobo sobre peridotitas
El precio de la madera de calidad media apenas ha experimentado mejora al alza durante los últimos veinte años, haciendo casi inviable el aprovechamiento de la misma por las vías tradicionales. Una mejora en la productividad de aquellas laderas y barrancos hará factible la apertura y mantenimiento de caminos así como el manejo de las masas forestales que se le asocien.
Al mismo tiempo, se reduce la combustibilidad de las mismas. Algarrobo y cedro son menos combustibles que los pinos resineros. Uno por su hoja ancha y ausencia de aceites volátiles en sus hojas. El otro por la conformación de su copa y distribución acicular con menor relación superficie/volumen y copa menos densa.
Por otra parte, los productos que generan son de mayor valor, haciendo más interesante y asumible el manejo de aquellos barrancos. Un punto de calidad y mayor valor a los montes redunda en beneficios para el empleo y la renta del entorno rural que los rodea.
En un escenario de abandono y despoblación de la montaña, alternativas de ese tipo contribuyen a sumar calidad al medio natural y humano.
Antonio Pulido Pastor
Asociación Forestal Andaluza
Referencias:
Alba-Sánchez, F.; Abel-Shaad, D.; López-Sáez, J.A.; Sabariego Ruiz, S.; Pérez-Díaz, S.; González-Hernández, A. (2018).- Paleobiografía de Abies spp. Y Cedrus atlantica en el Mediterráneo occidental (Península Ibérica y Marruecos). Ecosistemas 27(1): 26-37.
Gómez Moreno, M.L. (1989).- La montaña malagueña: Estudio Ambiental y Evolución de su Paisaje. Colección Monografías n.º 1. Servicio de Publicaciónes de la Diputación Provincial de Málaga.
Guindeo Casasús, A.; García Esteban, L.; Peraza Sánchez, F.; Arriaga Martitegi, F.; Kasner Camacho, C.; Medina Gallego, G.; de Palacios de Palacios, P.; Touza Vázquez, M. (1997).- Especies de maderas para carpintería, construcción y mobiliario. Asociación de Investigación Técnica de las Industrias de la Madera y Corcho AITIM. Madrid
Ruiz de la Torre, J. (1979).- Árboles y arbustos de la España Peninsular. Fundación Conde del Valle de Salazar. Madrid
Ruiz de la Torre, J. (2006).- Flora Mayor. Organismo Autónomo Parques Nacionales. Dirección General para la Biodiversidad. Madrid.
Vega Hidalgo, José A. (1999).- Historia del fuego en Pinus pinaster y Abies pinsapo en la cara norte de Sierra Bermeja (Málaga) 1817-1997. Pp 279-312 in Incendios históricos, una aproximación multidisciplinar. Universidad Internacional de Andalucía. Baeza
Muy buen artículo, Antonio, sobre este bello árbol.
Gracias José Miguel, me alegra que te guste. El criterio de un conocedor de los árboles como tu, es verdaderamente importante. En realidad, es más un artículo sobre la montaña que sobre el árbol. La intención principal es buscar oportunidades para ese conjunto serrano en aras de evitar que vuelva a repetirse un evento masivo como el que ocurrió el año pasado sobre casi la mitad de ese cordón montañoso. En mi interés por considerar la simbiosis hombre-naturaleza, hay atención también hacia la componente humana de aquella montaña y los valles a que da cobijo. Muchos parecen mirar hacia la población rural y el abandono del campo, pero pocos buscan soluciones prácticas. Aunque parece peor postura la de querer marcas las pautas de gestión opinando desde lejos y de forma totalmente ajena a los intereses de quienes viven allí, sin importarles realmente su continuidad en aquellos lares.
Muy interesante. Ahora he comprendido el tema de los terribles incendios forestales. Como todo mal, en la prevención está el remedio. Respecto al Cedro, como muchísimas personas, lo situaba en Líbano y poco más. Que poco sé y cuánto necesito aprender. Un abrazo Antoñin
Hay varias especies y regionalizaciones de las mismas sobre el mapa euroasiático. Disfruté enormemente recorriendo los serpenteantes senderos por las laderas del Alto Himalaya con bosques mixtos de rododendros, cedros y abetos. Gracias Manolín por estar siempre atento a las cosas que hago y tenerlas en tan buena consideración.
Cuánto bosque ha de arder para que entendamos sus necesidades y aportemos las soluciones. Desgraciadamente todo lo que no da dinero se abandona y no se consideran otros criterios. El día que nos tengamos que comer el dinero, igual oímos reirse al bosque…
Por cierto Antonio; como no podía ser de otra manera, el cedro ibérico tiene que ser bueno a la fuerza, le pongas como le pongas las letras…
Un abrazo.
Efectivamente Pepe. Está más que comprobado que el cedro ibérico es de altísima calidad y altamente saludable. Sobre todo el criado con bellota, también llamado «de pata negra». Después del bastón masai que compré, y descubrir que era madera buena de acacia, pero pintada en superficie para parecer otra cosa….ya procuro no dar calidad a las cosas por su color, jajajaja.
Gracias por aportar siempre con tus comentarios, generalmente en tono divertido y desenfadado. Abrazos
Muy acertada la propuesta de promover una especie, el cedro bético-rifeño, en un macizo cuyas características ecológicas no dejan mucho margen a la imaginación. Pero más allá de especies forestales, me parece aún más oportuna la sugerencia de diseñar una estrategia de gestión de las Sierras Bermejas que sitúe a sus habitantes en el centro de la ecuación, y el aprovechamiento del monte como principal garantía de su conservación.
En este sentido, diversificar la producción de materias primas y beneficios ecosistémicos, aumentando el elenco de especies -especies que, en algún momento, han formado parte de la flora forestal local, según los últimos estudios- es una buena manera de enfocar el problema del actual abandono de las actividades forestales. Es una apuesta por nuevos estímulos (madera de calidad, por ejemplo) que fomenten el desarrollo de un mínimo tejido empresarial rural, tan necesario en la comarca, y que no dejará de revertir en el mantenimiento y mejora de estos montes tan especiales.
No hacer nada, tónica heredada de unas últimas décadas sacrificadas al conservacionismo a ultranza, ya sabemos dónde nos lleva.
Gracias, Antonio, por el esfuerzo continuo de gestión. Saber es hacer.
Muchas gracias a ti, Gabriel Ángel. El criterio de técnicos como tú, de sólida experiencia y conocimiento técnico resulta imprescindible en cuestiones como esta, tan dadas a polémica cuando se abren al público en general. El objetivo principal expuesto va en la línea de diversificar las masas con criterios de menor combustibilidad, a fin de romper la dinámica recurrente de los incendios en los sistemas montañosos de difícil accesibilidad. En un caso como este, de particulares limitaciones edáficas, el espectro específico resulta muy limitado. Optar por especies que, además de ello, contribuyan a dar singularidad al paisaje, crear nuevos atractivos dentro de líneas actuales de interés como es el turismo de naturaleza y acomodarse en cierto modo al patrón ecológico más cercano, no parece que sea una elección tan fuera de lugar. Obvio que resulta más fácil no hacer nada, mantener línea de continuidad y evitar críticas feroces, y que dentro de 30 años sea otra persona quién lidie con el asunto. Pero qué duda cabe que nos debemos al interés general.
VIVIR ES HACER, PORQUE NO ES LO MISMO ESTAR QUE SER.
Firmo por las repoblaciones mixtas. Evidentemente no tengo formación técnica como para que mi opinión sea relevante, pero las plantaciones de monocultivo de pino, como las de Soria, son de lo más aburrido. Me parece más bonito un bosque con árboles diferentes, y casi seguro que también será mejor para la biodiversidad. ¡¡No quiero ni pensar lo aburridas que han de estar las pobres ardillas sorianas sin nada más que llevarse a la boca que piñas de pino albar!! Seguro que no harían ascos a unos madroños, unas bellotitas, unas castañas…
Me gustan tus sugerencias… A ver si te das una vuelta por Soria y se las explicas a los de aquí. No todo va a ser árbol para cortar. Que van al bosque y solo ven leña.
Gracias María. Los bosques no son consecuencia de su composición tanto como de su gestión. La misma especie, el pino albar, en la Sierra de Guadarrama, presenta formaciones más abiertas donde la luz permite prosperar a otras especies de árboles y arbustos. Y sin embargo aquí en las montañas del sur, de momento se las mantiene aún demasiado cerradas y tan monótonas como cuentas. O sea, que casi primero me toca predicar aquí, que me queda más cerca, jajajajaja. Habrá que repetir Soria. Burgo de Osma y sus «enrededores» medievales me parecieron de una fascinación pasmosa.
Versos y abrazos para los dos.
Excelente artículo Antonio. Apoyo totalmente esta propuesta, llevo 20 años trabajando con los cedros en las montañas de la sierra de Tejeda y mi experiencia es estupenda. Su adaptabilidad a estos climas es muy buena. De hecho, tenemos pruebas fehacientes en la parte norte de esta sierra, donde los bosquetes de cedros han respondido incluso mucho mejor que los robles carrasqueños y encinas, que han caído muchos en esta última batida de la sequía. Dada esta situación óptima, justo me encuentro en este momento reforestando una zona de mi espacio botánico, con tres tipos de Cedros – Himalaya, Atlas y Líbano-, y otros falsos cedros, como el Cedro de Japón, Cryptomeria japonica, entre otros, con muy buenos resultados, de momento.
Un saludo.
Muchas gracias Juan. El cedro es uno de los grandes errores de los forestales españoles del pasado, pese a tener una escuela tan cercana como el vecino Rif, unido a Andalucía como provincia forestal durante muchos años. Centrados en fijación de población rural, protección de suelos y producción de madera se desviaron las opciones hacia otras especies muy variopintas, desde el austero y veloz pino carrasco hasta extremos tan lejanos como el pino de Monterrey o eucaliptos varios. Quedaron así muchos terrenos rendidos a plantaciones monoespecificas de especies de rápido crecimiento que nos alejaron de la filosofía francesa que acuñara Colbert para los montes de Marina. Y se nos quedó el cedro en simples parcelas de experimentación, donde ha demostrado prosperar de forma espontánea. No sólo en Sierra Bermeja, son muchos los puntos de la Cordillera Bética o Sierra Morena donde se pueden encontrar en pequeños rodales (desde Cádiz hasta Albacete). Yo mismo he sido testigo de algunas propuestas tendentes a buscar maderas de calidad de procedencias mucho más exóticas al vecino Rif. Ahora que de nuevo parece el mundo rural pedir auxilio para evitar la apnea que asfixie su población es una nueva ocasión donde los montes pueden protagonizar renta y producción de calidad para diferenciarse del resto del territorio. Paisaje para turismo no es contradictorio con un alto valor en sus bosques tanto en biodiversidad como en posibilidad económica.
Hay que estar muy despistado para pensar que el pino negral de Sierra Bermeja tiene rival en su reino de «peritontita», así como los matorrales heliófilos que cubren la serpentina. También hay que ser muy tecnócrata para opinar desde la comodidad de un despacho o un sueldo fijo en la gran urbe sobre el presente y futuro de los habitantes de la montaña. Esos también son, en su individualidad, únicos e irrepetibles como tantos otros.