Los algarrobos son unos árboles que llevan por fruto, unas vainillas de hechura de habas, con unos granos dentro, y destas las cáscaras son de comer que los granos son muy duros, y que yo sepa no son para al, que para sembrar estos árboles se crían en tierras callentes, y riberas de mar, con tal que sean callentes, y hacia mediodía como es la costa de Málaga y Almería, y tierra de Valencia. Son ansimismo buenas para estos árboles las tierras donde se hacen palmares. Quieren asimismo tierras secas, críanse bien en cerros y llanos, y quieren sitios hacia mediodía, y aun si se pueden regar se hacen buenos.” (Gabriel Alonso de Herrera, 1513)

Es verdaderamente lamentable que existan todavía parajes de nuestra España en los que el algarrobo se aprovecha en unión de las demás matas de monte bajo. Esto equivale sencillamente a aprovechar billetes de banco como trapos viejos” (Daris, 1964).

EL ALGARROBO (Ceratonia siliqua L.)

El algarrobo (Ceratonia siliqua L.) es uno de los árboles fruteros más antiguos de nuestra historia. De confirmado origen en el Mediterráneo oriental se le cree llegado hasta su otro extremo de mano del comercio y la navegación entre ambas zonas, en tiempos de los intercambios con Oriente Medio, donde usaban sus semillas (qáryt) como unidades de peso, de donde proviene la palabra «kilate».

Así el griego Ceratonia, podría ser una alusión al querat (la semilla del tamarindo y por similitud el algarrobo) y el latino siliqua, al de la vaina que los contiene, por lo que su nombre científico significa «vaina de querats». Otra opción sería “vaina en forma de cuerno” (kerat-os: cuerno).

Estas semillas, de tamaño medio y uniforme, revestidas de una membrana coriácea, se relacionan también con la sustancia conocida como queratina (relativa al kerat), que da carácter impermeable y coriáceo al tejido dérmico de algunas estructuras animales (cuernos, uñas).

Sin embargo, su nombre común más conocido, procede del árabe al jarrub (Cortés, 1996; Cubero Salmerón, 1999). Para otros, deriva del persa har lup, quijada de burro.

Esas referencias etimológicas son buena muestra de la importancia cultural que tuvo este árbol en la Antigüedad de la Historia. Sin embargo, su significación estratégica ha estado siempre más ligada a la utilización comestible de su fruto, debido a su gran producción y el alto contenido en polisacáridos de la vaina, que cuando maduran contienen una cierta pulpa viscosa interior muy parecida al tamarindo africano (Tamarindus indica L.). Posiblemente derive de él su nomenclatura, uso y conocimiento ancestral por analogía para el Mediterráneo.

Así, fue muy apreciado hasta tiempos no lejanos, como recurso para alimentación humana dada su posibilidad para transformarlo en harinas. Su alto contenido en glúcidos y mucilago le da propiedades alimentarias variadas y diferenciales con respecto a otros frutos y granos del Mediterráneo.

Tanto la semilla como la pulpa se pueden usar como harina especial para repostería, espesante, digestivo y astringente, aunque en consumo humano ha formado parte del grupo de las harinas de los pobres, junto con las castañas o las bellotas, sustitutas del cereal en tiempos de escasez. Recuerdo a mis padres hablar de las algarrobas como un recurso alimentario de subsistencia en años de posguerra y carestía.

Su harina, denominada «garrofin», tiene un color oscuro y dulzón que ha servido como sucedáneo del cacao para hacer chocolate y sus solubles para desayuno. Hoy en día se vuelve a considerar de nuevo esta utilidad, por la ausencia de gluten y alérgenos.

Fuera de esos usos, el principal ha sido como alimento del ganado, que se mantiene a día de hoy tanto en árboles espontáneos como cultivados. Es por eso que en las estadísticas de consumo, figuraba el Ejército como principal cliente (Darís, 1964), en aquellos años en que la Caballería era una de sus armas y también el encargado de velar por la calidad racial de las ganaderías equinas.

En la actualidad la Península Ibérica es el principal productor de fruto unas 200.000 Tm), donde Portugal, con sus más de 20.000 Tm supera a otros países mediterráneos como Marruecos o Grecia (Spina, 1989). Es el levante peninsular (Alicante) donde mayor difusión tiene su cultivo mientras que en el resto suele encontrarse disperso como árbol espontáneo o asociado a la vecindad de explotaciones ganaderas de caprino semiextensivo.

Aunque esta circunstancia va cambiando y en los últimos años se aprecia un incremento de la dedicación a su cultivo en provincias como Málaga.

Algarrobos junto a ruinas rurales. Homenaje a mi compañero Paco Capón

La producción total se obtiene de una superficie aproximada de 47.000 hectáreas de plantaciones regulares y casi 500.000 árboles diseminados.

Los cultivos en España están localizados principalmente:
45% de la producción en la Comunidad Valenciana: Valencia, Castellón y Alicante.
28% en las Islas Baleares: Mallorca e Ibiza.
21,5% en Cataluña: Tarragona, Barcelona y Girona.
3,5% en Andalucía: Almería, Granada, Málaga, Cádiz y Huelva.
2% de la producción en Murcia.
(Fuente: www.caroube.net)

Se trata de un árbol de hoja perennifolia muy bien adaptado a las altas temperaturas y regímenes escasos de precipitación e irregulares, como es el característico de la cuenca mediterránea siendo un buen acompañante del pino carrasco (Pinus halepensis Miller) y del acebuche (Olea europaea L. var. sylvestris) al que no le van bien las heladas que sin embargo estos compañeros son capaces de soportar.

Al igual que aquellos, es indiferente a la naturaleza mineralógica del sustrato, (silíceos o calizos), al que mejora con la fijación de nitrógeno que aportan las bacterias asociadas a sus raíces. Hemos podido comprobar que incluso prospera bien en las rocas ultrabásicas como las peridotitas, algo que no es de extrañar sabiendo que lo hace también en las volcánicas de las Islas Canarias.

Algarrobos sobre peridotitas

Esto último es un hecho que no ha sabido apreciarse hasta ahora, habiéndose perdido la oportunidad de su uso en el dominio casi unánime del pino negral (Pinus pinaster Aiton) en las sierras pardas y bermejas. Puede así alterarse el estrato arbóreo prácticamente monoespecífico que ha dado cobertura aérea al gran núcleo de las peridotitas de Málaga, favoreciendo su diversidad, dificultando la propagación de incendios y aumentando la posibilidad de aprovechamiento en aquellos lugares.

Se estabiliza así el paisaje, aumenta su dinamismo y redunda en mejoras para la población rural.

Es una especie dioica. Sus ejemplares producen flores de un único sexo, por lo que se habla de individuos (pies) machos y hembras, aunque en ocasiones aparecen ejemplares con flores hermafroditas. Aquel carácter es escaso entre los árboles, presentándose también en el tejo (Taxus baccata L.) o el acebo (Ilex aquifolium L.) A los primeros se les suele llamar “bravíos” por no producir fruto. Es una norma que suele aplicarse a todo aquello que resulta estéril o poco productivo, en la creencia de que es debido a falta de cuidados de cultivo.

De ahí proviene la tendencia a injertar los pies masculinos, a fin de aumentar la superficie productiva. Obviamente, se requiere la presencia de polen para la fecundación y por ello el mantenimiento de cierto número de pies productores del mismo.

Las flores son monoclamídeas, un solo periantio (envoltura floral) sepaloideo muy rudimentario. Consisten prácticamente en un disco formado por tejido glandular sobre el que se insertan de forma perimetral los estambres o de forma central el pistilo (o ambas en caso hermafrodita). Los nectarios se encargan de atraer insectos que contribuyen a la polinización. Observando bien, se aprecia que los pistilos tienen la forma que finalmente desarrollará la algarroba.

Pese a que en los últimos tiempos se ha revitalizado su demanda en pos del valor de las propiedades cosméticas y farmaceúticas de los compuestos que abundan en sus semillas, es un árbol que podría ser mucho más abundante en el suroeste peninsular.

Es una magnífica alterrnativa para ocupar muchos terrenos deforestados o mejorar el paisaje y la cobertura arbórea en grandes zonas dominadas por matorrales seriales. Hay muchos enclaves de ese tipo entre las provincias litorales del Mediterráneo o Atlántico desde Huelva hasta Gerona.

También para zonas que han quedado fuera de uso por falta de fertilidad, como son las colinas y tierras de mediana altitud del litoral andaluz oriental ocupadas por litologías silíceas como gneises y esquistos.

Cola del embalse de Rules

Esta es por tanto una propuesta dirigida a los propietarios de explotaciones agrogranaderas en la zona del Campo de Gibraltar en la que abundan las escamas de bujeo intercaladas entre herrizas rocosas donde también los algarrobos pueden ejercer una buena función forestal de protección del suelo y la biodiversidad.

También es una idea que debiera ser amparada por la nueva Dirección General de Política Forestal y Biodiversidad de la Junta de Andalucía, a fin de poner en marcha la recuperación de gran número de hectáreas desarboladas y servir de impulso a la vida rural de muchos municipios en la media montaña de Málaga, Granada y Almería. En mis viajes al piedemonte de la Alpujarra granadina, laderas enteras de matorral parecen estar cantando la llegada del algarrobo como bote de salvación.

Valle del Genal. Málaga

Frente al oro verde que supusieron las plantaciones de frutales tropicales (níspero, aguacate, mango), el algarrobo se presenta como una opción inmune al alto requerimiento de agua que precisan aquellas, siendo por tanto indemne a los efectos de la sequía recurrente que suele afectar a estos territorios en los últimos años.

El valor de su fruto se ha multiplicado por diez en los últimos veinte años (0,15-1,5 €), alcanzando un promedio muy similar al de la castaña o de algunas tropicales. Con la ventaja de su carácter rústico, escasas patologías y la reducida atención que necesita para dar un promedio de 50 kg de fruto por pie maduro.

Su función restauradora de suelos tiene difícil parangón, por lo que debiera plantearse su utilización en lugares como aquellos, donde cultivos precarios en laderas de pendiente excesiva fueron degradando a lo largo de las décadas en que la roturación las fue despojando de su mediocre fertilidad.

Funciona muy bien la repoblación mediante semillado. Tratándose de una semilla pesada, sin facilidades para la dispersión natural espontánea, como ocurre con otras tal que las castañas, las bellotas, avellanas o algunos tipos de piñones faltos de ala, su diseminación está muy asociada a los herbívoros que consumen la algarroba. Sobre todo los rumiantes.

Durante mis años de gestión en las sierras Tejeda y Almijara, de gran gama litológica y altitudinal procuramos suministrar el fruto de este árbol para provisión estival de la población de cabra montés que allí se gestionaba. Preferimos este complemento alimenticio tanto por su bajo precio (equivalente a los 20 centimos actuales) como por la posibilidad que ofrecía la dispersión de una especie tan interesante.

Fue así como inundamos aquel macizo montañoso de más de 20.000 hectáreas con semillas de este árbol. Los resultados fueron más que sorprendentes, resultando en la repoblación forestal más natural y barata que hasta la fecha haya podido llevar a cabo.

Veinte años después, repetimos estrategia en el macizo peridótico de las sierras bermejas, dada la presencia de aquella herramienta animal y haber observado que la especie botánica prospera de forma autónoma desde tiempo ha, con ejemplares más que notables en laderas que tuvieron aprovechamiento ganadero tradicional.

Actualmente sus usos se encuentran en el sector de la alimentación, la cosmética y la farmacéutica lo que ha llevado al fruto a multiplicar su demanda y precio a un nivel hasta ahora inimaginable. Sin duda repercutirá en el interés por la especie y la puesta en cultivo de algunos territorios como los que se han citado anteriormente.

Por ese motivo EL AYUNTAMIENTO DE BENARRABÁ (Málaga) se ha propuesto la divulgación y fomento de esta especie de árbol tan nuestra y tan favorable para la conservación de nuestro paisaje rural, la biodiversidad natural asociada y los usos pastorales tradicionales de los que somos beneficiarios desde hace milenios. Es un homenaje a uno de los árboles que nos dan de comer.

Dedicado a mis amigos pastores y ganaderos, que con su herramienta preferida, contribuyeron a hacer y mantener los algarrobos silvestres de nuestros montes.

Antonio Pulido Pastor
Asociación Forestal Andaluza

Referencias:
Caroubé: https://www.caroube.net/articulo/62-produccion-espanola-de-algarrobas
Cortés, J. (1996).- Diccionario de árabe culto moderno. Editorial Gredos, Madrid
Alonso de Herrera, G. (1513).- Obra de Agricultura. Alcalá de Henares
Cubero Salmerón, J.I. (1999).- El libro de Agricultura de Al Awam. Edición y comentarios sobre la traducción de Banqueri del Kitab al Filaha, de Abu Zakariya Yahya Ibn Muhammad Ibn al Awamm al Ixbily
Darís, M. (1964).- Cultivo del algarrobo. Selecta Enciclopedia Práctica. Editorial Sintes. Barcelona.
Spina, P. (1989).- El Algarrobo. Agroguías Mundi-Prensa. Madrid.