El Norte es la parte del país vinculada a la ribera del Mediterráneo. Marruecos es un país considerado de este ámbito. Esto es a nivel social y de relaciones internacionales, pero desde un punto de vista occidental. Como se puede deducir de todo lo relatado hasta ahora, el país de Marrakush es eminentemente Atlántico a nivel climático y mucho más africano de lo que se le considera. Al menos en el pasado y puede que también en el futuro.
EL NORTE
Pero es cierto que la región norte, a todos los niveles es eminentemente mediterránea. Su vinculación histórica a fenicios, griegos, cartagineses, romanos, hispanos, turcos y franceses, así lo han venido demostrando a lo largo del tiempo.
Las interacciones y vida de su gente es multidireccional y muy antigua (Bosch et al. 2003), pero la más conocida es la parte vinculada al Mediterráneo, porque es la que se corresponde con los documentos escritos (historia) y la relacionada con los países del occidente europeo.
Sin embargo, la consolidación del país provino desde el sur y sus relaciones con los países al otro lado del Sáhara. Gran parte de su historia, como hemos visto hasta ahora, también.
El norte, como ya se hizo referencia al principio, es el nexo de unión de África con el devenir Mediterráneo que configura la historia de occidente. Obviado Egipto y teniendo en cuenta la proyección asiática de Grecia, es Roma la que marca el patrón histórico de esta cuenca occidental.
Pasado ese período como Mauritania-Tingitana la primera unificación que se conoce es el reino idrisí establecido por Idris I (año 786) al que se le supone descendiente del profeta Aly y por tanto emparentado con la línea de Muhammad (a través de su hija Fátima).
Esto, que contradice la línea de sucesión agnática característica de los árabes, presenta el mismo tinte fabuloso que el atribuido a Abdu-l-rahmám I, al Dahil (el emigrado) como último descendiente de la dinastía Omeya.
El fuerte vínculo histórico entre la Tingitana y la Baetica romanas, mantenido durante el período bizantino, lleva a pensar en un hilo común para ambos territorios durante el período de crisis bizantina que se establece durante el tránsito de los siglos VIII y IX (Herrin, 200).
De hecho la cuestión iconoclasta es una constante en el islam mediterráneo que no aparece en el meso-oriental o de Asia central lo que lleva a considerarla como una derivación de la bizantina a partir de las tendencias del cristianismo arriano y la crisis del Imperio a principios del siglo IX (Olagüe, 2005).
Fes
Para romper con el pasado y asumir una identidad propia, Idris I funda la ciudad de Fes en la que siguen teniendo mucha relevancia elementos mediterráneos de conexión bizantina como son Qairawán en África (actual Túnez) y Corduba en la Baetica hispana.
La procedencia tunecina y andaluza de la mayoría de sus habitantes lleva a pensar más bien en migraciones que terminaron por necesitar de la misma idea fuerza o la fe fundante la que ya se ha hablado (Olagüe, 2005; Gullo Omodeo 2023).
Se estima que unas ochocientas familias (unas 4000 personas) se establecieron en la ciudad procedentes de Qurtuba tras la revuelta del Arrrabal del año 818 bajo el reinado de Al Hakim I. Aunque en principio exiliados, seguramente sentó las bases para una mejor relación entre ambas orillas del mar.
Sea como fuere el reino idrisí tuvo un corto recorrido, de apenas un siglo donde a partir de Idris II, hijo del fundador de la dinastía, se fracciona el emirato hasta caer bajo la influencia egipcia primero y después andaluza entre los siglos IX y X. Como resultado, Fes es el más sobresaliente y tal vez suficiente, dada la relevancia de esta ciudad a lo largo de todo el recorrido histórico del país desde su fundación.
Mulay Idris puede considerarse el núcleo fundacional. Dada su cercanía a Volubilis, refuerza la teoría de la conexión bizantina de su fundador. Situado al otro lado de los montes Beni Arús, es agraciada por la riqueza agroganadera que debió ser pilar sustento de la comarca en tiempos de Roma.
A nivel monumental esta pequeña urbe destaca por la tumba del primer rey conocido así como por el único alminar circular del país, recubierto por completo además de teselas cerámicas. Algo no común para las estructuras de ese tipo a ambos lados del Estrecho.
Olivares, cereales y viñedos, junto con su topografía y paisaje, son casi una réplica valle del Guadalquivir. Si en éste supuso la prosperidad secular de la ciudad bética, en aquél otro enclave, no había de ser menos. Viene a ser curioso además que ambas compartan una cierta posición interior pero estratégica en los distintos territorios que se encuentran.
A unos 200 km del mar, funcionan como centro logístico hacia el interior del país separados por una cordillera de menor productividad agrícola y mayor generación minera y leñosa (energética).
Con el declive idrisí, el reino de Fes pasó a depender de la Qurtuba andalusí, sobre todo en tiempos del califato hasta la pérdida de influencia de aquél tras la sustitución amirí a principios del s. XI.
De esta época son la medina antigua, la mezquita y universidad Qarawiyin (originarios de Qairawán), el barrio y mezquita de los andalusíes y en general el núcleo fundamental del actual conjunto histórico patrimonio de la Humanidad (Fes el Bali).
El esplendor almorávide y almohade de los siglos XI al XIII eclipsan la ciudad hasta su recuperación en el siglo XIII a cargo de la dinastía meriní.
Se vive en esta época una relación con la Garnata nasrí de cierta simbiosis donde las relaciones vienen a ser más de acuerdos mutuos y colaboración que de acoso y ocupación por alguna de las partes.
Son figuras destacables de la época el tangerino Ibn Battuta, viajero y explorador y el lojeño Ibn al Jatib, jurista, poeta, filósofo y consejero tanto en la corte nasrí de Garnata como en la meriní de Fes, ambos con una singular trayectoria personal.
De esta época es el esplendor de Fes que decaerá posteriormente con la monarquía saadí, más vinculada a Marrakush por su procedencia y mayor apego al sur.
La mayoría de los palacios y casas señoriales que pueden encontrarse ahora en el recinto histórico, así como las madrasas (medersas), corresponden a este período. Fes es la ciudad con más madrasas y las mejor conservadas hasta la fecha. Las madrasas Attarine y Bou Inania de las más vistosas y afamadas de todo el país.
Fes es uno de los principales atractivos turísticos del país. Junto con Marrakech. En ambas, el corazón tradicional de la ciudad antigua es el zoco, que sigue teniendo el interés vital para la gente de la ciudad que tenía antiguamente.
Las cuestiones artesanales y la cocina tradicional aún se siguen abasteciendo en los pequeños y medianos comercios de estos centros.
Fes sigue manteniendo la ciudad antigua bajo el recinto amurallado original procedente de la Edad Media. El acceso hasta la medina se puede hacer por cualquiera de sus puertas. La más espectacular es Bab el Mahruk (bab o bib significa puerta), situada en la parte noroccidental de la muralla. Flanqueada por dos poderosas torres octogonales almenadas, configura de inmediato un escenario medieval.
No es la más usual para los turistas pero si para la población local que vive en la parte nueva de la ciudad. Su aspecto legendario, la perspectiva desde su amplio descampado anterior y el bullicio que suele tener a ciertas horas del día, la hace impresionante.
El paso de su umbral accede directamente a Talaa’ Kabira (la cuesta grande). Es uno de los ejes principales de la medina antigua y deduciendo su nombre, la principal. El otro acceso habitual es a través de Bab Yelud. Es una puerta más moderna y pequeña, caracterizada por su ornamento en mosaico de azulejo con dominante azul.
Es más funcional y accede directamente a una traviesa que conecta Talaa’ Kabira con Talaa’ Saghira (la cuesta pequeña). La unión de ambas también en un punto cercano a Suq Nayarine (mercado de los carpinteros), permite efectuar un recorrido prácticamente circular con el que tener una magnífica impresión de la medina.
Carpinteros, ferreteros, verduleros, panaderos y pasteleros, perfumistas, joyeros, ceramistas, libreros, calígrafos, frutos secos, textiles, alfombras, joyeros, músicos, herboristas, encurtidos, teterias, restaurantes. Y casi con carácter eterno, las especias, el mosaico policromado de todo el mercado.
Las calles de la antigua medina son por tanto un universo urbano en el que se encuentra representada toda la ciudad y por la que fluye la vida de sus habitantes a diario. La proeza transeúnte entre el gentío sorteando el empuje de carros o el paso motorizado es una aventura difícil de encontrar en el mundo moderno.
Viajar en el tiempo es uno de los lujos que nos ofrecen las antiguas medinas de Marruecos. Una experiencia que no tiene precio más cercana a nosotros que en cualquier otra parte del mundo. Es uno de los atractivos para los visitantes procedentes de España y Portugal.
Las curtidurías es otro de los atractivos de lugar, más por lo que tiene de proceso antiguo y rareza en el mundo moderno que por la espectacularidad del lugar. Contemplar los tanques llenos de líquido oscuro y el aspecto mugriento del sitio no presentan ningún elemento que pueda considerarse como referente. Sin embargo, dependiendo de la tanda que se trabaje, el colorido variado puede dar al sitio un tono pintoresco.
La visita que se efectúa normalmente desde un punto retirado, ubicado en alguna terraza de un comercio anejo, evita apreciar de forma clara el intenso olor que se genera en todo el proceso. El ramito de hierbabuena (naa’ naa) que te ofrecen es más un gesto de cortesía que un remedio para el mal olor.
La visita a la mezquita Qarawiyin estaba vedada hace unos años a no musulmanes. En mis últimas visitas se podía acceder al borde del patio exterior desde el umbral del zaguán principal para poder apreciar la fuente de abluciones y el conjunto ornamentado del patio, con cierto aire de arquitectura nasrí.
Buscar una ubicación para divisar el conjunto panorámico de la ciudad antigua es otro de los puntos que suele llevarse a cabo en la visita de la ciudad. Hay una circunvalación ascendente (N6) por el sur que permite obtener una buena visión general en la que destacan la verde cubierta de cerámica vidriada de la Qarawiyin y su alminar.
Visitar la antigua Fes, al igual que ocurre en Tetuán o Chefchaouen, es sumergirse en el pasado, un viaje retrospectivo que traslada al menos ambientalmente hasta finales de la Edad Media. Viajar en el tiempo de forma real, es moverse a nivel de la cuarta dimensión, algo soñado por muchos en cualquier época.
Tiempos aquellos donde la interioridad y la trascendencia eran más valoradas, se perciben entre estas calles entre silencio y parsimonia, con el recato de la escasa luz que llega a su interior y la recortada perspectiva de sus trazados angulares.
El declive dinástico de los meriníes a mediados del siglo XV es sucedido por los wattasíes en el entorno del levante marroquí, una serie de señores que consiguen prosperar hasta tanto no se asientan los saadíes a final de esa centuria, si bien su centralidad en la capital del sur les permite seguir divagando hasta la sustitución en el trono por la dinastía alaui pocos decenios más tarde.
Fes recupera de nuevo su protagonismo central cuando los saadíes son reemplazados por la dinastía Alaui. Procedentes también del sur se asientan inicialmente en la capital del momento, Marrakech, pero a principios del siglo XVI se instalan en Fes.
El Mediterráneo es ya un lugar donde confluye el mundo entero. Tras la apertura de la ruta transversal Atlántica al Nuevo Continente el Estrecho de Gibraltar se convierte en uno de los pasos más navegados del mundo.
La desembocadura del Guadalquivir es la puerta de entrada a Europa desde las ciudades españolas en América. También el trasiego al virreinato de Nápoles y otras ciudades de la ribera mediterránea altamente influidas por España en esa época.
Tal vez la amenaza desde el norte que ya protagonizaran los portugueses siglos atrás, tal vez la situación inestable de la costa norte dominada por corsarios berberiscos (Salé, Tetuán, Argel) y su apego al turco requiriesen de una estricta atención que desde el eje norte quedaba mejor asistida.
En esa época, Francia se asoma a la orilla norte africana con el fin de apoyar a las ciudades berberiscas que, con sus asaltos improvisados a la costa hispana mantuvieron en jaque a la marina española durante más de dos siglos.
Es una forma de debilitar la pertinaz confrontación de Francia con España en su disputa por el control Mediterráneo. Orán y Argel serán sus puertas de entrada (Feijóo, 2003).
Meknes
El resurgimiento fasí fue breve. A mediados del siglo XVII el alaui Mulay Ismail traslada el baricentro político nacional a las llanuras de Meknés (Mequinez). Es la tierra ancestral de los Miknasa, en quienes seguramente se apoye, pero también facilita el control de las fértiles tierras de la campiña que le quedan cercanas.
La cercanía a Fes delata que la zona sigue conservando su posición estratégica. Cuando sus sucesores revitalicen el antiguo ribat en la desembocadura del río Bou Regba, el eje latitudinal quedará perfectamente establecido.
No obstante, Fes era y sigue siendo la ciudad espiritual de Marruecos y uno de los referentes del Islam (Burckhardt, 1999).
Las circunstancias estratégicas regionales han cambiado en la época. La tecnología de la pólvora dio ventaja a la dinastía saadí en el siglo XVI sobre los reinos del sur, al otro lado del Sáhara. En el transecto del siglo XVII al XVIII esa ventaja persiste, pero la geopolítica ha cambiado.
El dominio portugués de la costa Atlántica y sus asentamientos en Senegal, Cabo Verde y Golfo de Guinea, cambia el rumbo humano. La provisión de esclavos de la fachada atlántica es embarcada con destino transatlántico. El interior, sigue subiendo a la cornisa Mediterránea, pero a través de territorios dominados por los turcos.
Meknés se encuentra dentro de la ruta de las ciudades imperiales de Marruecos. Sin embargo, dada su etapa histórica es posiblemente la única que no se corresponda con tal carácter, por muy ansiado que fuese el título por parte de su fundador.
Para esa época, ya no existía el dominio ibérico, los turcos habían sometido bajo su influencia los antiguos territorios orientales del imperio almorávide, el almohade o el reino meriní. Y el interior africano, como ya se ha referido también pierde vínculos con el país del Magrib.
Es en esta época cuando la configuración nacional se vertebra en modo muy parecido al que ahora se reivindica como histórico. «El conjunto de Marruecos y la Mauritania actual, el Tuat, le obedecen. Controla las correrías y percibe el 70% del valor de los cargamentos capturados. Se retoman los contactos económicos con Europa y las firmas comerciales europeas están presentes en Tetuán, Salé, Safi y Agadir» (Mezzine, 2000).
Pese a ello el país recupera el esplendor comercial e internacional de la dinastía anterior. Sus relaciones con la Francia de Luis XIV le llevan a querer emularle y diseñar un reinado de cierto paralelismo. Meknés se convierte así en su particular Versalles (Mezzine, 2000).
55.000 hombres, entre obreros y esclavos se pusieron a la tarea en 1672 (Mezzine, 2000). El absolutismo y rigidez a lo largo de todo su reinado le atribuye también una fama terrible.
Dotado de un gran ejército, sus victorias militares le permiten expulsar a portugueses y españoles en los asentamientos de la costa atlántica, a los ingleses de Tánger y mantener a raya el empuje turco que se frena en Argelia. Salvo sus deseos por recuperar Ceuta todo lo demás le resulta favorable.
La ciudad no obstante, tiene carácter de campamento militar. Basado en su buena posición, la cercanía del sultán permite el control cercano de los mandos militares para evitar rebeliones o traiciones.
La primera tarea de planificación será una gran muralla. Se cuenta que mide 40 km y se organiza en tres alineaciones concéntricas que tienen la misión de parapetarse entre sí dificultando el acceso al interior de la ciudad. La muralla de Meknés es la más grande de todo el país e indudablemente la mejor conservada y la más monumental.
Además de sus macizos torreones destacan sus portentosas y elegantes puertas. La muralla estaba horadada por 20 puertas (Mezzine, 2000). Entre ellas sobresalen Bab el Jemis (la puerta del jueves, porque daba al mercado del jueves), Bab el Bardain (la puerta de los albardoneros), Bab el Kasba (Puerta de la alcazaba), Bab Rih (Puerta del viento) Bab Nawra (Puerta de la noria) y principalmente Bab al Mansur (la puerta de Mansur, su constructor).
El estilo de la muralla es sobrio, muy similar a las de las otras ciudades, con su aspecto mezclado entre construcción de tapial y de roca, con ese color siena característico de las arenas del desierto.Pero sus puertas son mucho más ornamentales que en los demás casos.
La decoración de terracota o piedra labrada, introducida por la arquitectura almohade, se mejora con el agregado de paneles cerámicos en mosaico (zellig). Si el azul es preferido en Fes, en Meknés lo es el verde. El tono característico que proporciona el óxido de cobre como pigmento cerámico y que fue muy usado por la cerámica califal cordobesa (Camacho & Valera, 2023).
En su interior, un gran estanque a cielo abierto (Estanque de las norias) hacía las veces de cisterna para provisión de agua en caso de asedio. Con una superficie de 4 ha y 1,20 m de profundidad su capacidad es de 48.000 m³ (48 millones de litros). Se sitúa al lado de la casa de las Diez norias (Dar el ma, casa del agua) que lo abastecían elevando agua del manto freático.
Junto a ellos también el imenso silo (Hri as Souani). Un recinto formado por un edificio de planta cuadrada con cubierta (Dar el ma’a) y una sucesión de galerías con arcos que antes debieron sostener sus correspondientes techumbres o bóvedas.
Son los graneros y las cuadras reales. Su enorme extensión, con unas 2 ha de superficie le convertían en elemento estratégico junto con el agua para soportar largos asedios.
El otro pilar básico de la ciudad, es la gran Prisión. Se cuenta que había un enorme contingente cautivo con el que se acometió la construcción de la nueva ciudad regia. Así que asegurar su custodia y persistencia eran tareas primordiales.
A partir de esa estructura básica se desarrolla todo lo demás, En el interior de la alcazaba un recinto descomunal, de unas 45 ha se reservó la ciudad imperial Al otro lado del gran Palacio (Dar el Kebira), se ubican el Palacio Imperial (Dar el Majzén) y otros dos palacios más ahora en ruinas (Dar el Medersa, Dar el Mehencha)..
Ninguna de las demás ciudades capitalinas conoció esa ostentación, pese a como se ha referido, encontrarse el país mucho más reducido en dominios que cualquiera de sus predecesores. Actualmente, la mitad del recinto tiene sus jardines sustituidos por el campo de golf real (Royal Golf Meknes).
La visita normalmente suele empezarse por la plaza de El Hedim (la escombrera) llamada así por el acúmulo de derribos que se produjo con la demolición previa para la ciudad nueva. Frente a ella, está Bab al Mansur, la principal de la ciudad y la más bonita de todo Marruecos.
Desde ahí, lo normal es visitar el mausoleo del sultán Ismail. Es un conjunto recatado en su acceso, con cierto aspecto monástico, que posteriormente sorprende por el tamaño de la cripta y la profusa decoración de estilo granadino.
Encontrar trazas del arte andalusí en el Marruecos posterior al siglo X me llevó a dudar sobre la veracidad de una conquista árabe que provino desde allí. Contemplar aquel mausoleo es como instalarse en la Alhambra. Las estancias anejas al Patio de los Leones como sala de los Abencerrajes o sala de Dos Hermanas parecen la clara inspiración de este mausoleo de significado imperial.
A lo largo de toda la geografía marroquí, este tic es recurrente. Desde el norte al sur, la arquitectura emblemática tiene grandes similitudes con lo andalusí, pero siempre es posterior. Desde la fundación de la primera capital, Marrakush hasta el gran despliegue meriní a fines del medievo o el sueño imperial ismailí.
Sólo el arco ojival, que recibe el nombre de arco almohade tiene una presencia coetánea en ambas orillas del Estrecho. Con una clara conexión persa, es posible que la ruta de llegada a occidente fuese norteafricana, aunque el gran impulsor del mismo, el arquitecto Ibn Basso, fuese de origen andaluz.
En esta ciudad, concebida con designio o ínfulas de grandeza, lo palatino queda más separado del conjunto más modesto de la ciudad. El gran estanque, los jardines, los palacios, madrasas y mezquitas del conjunto real.
El contraste de las murallas de piedra o tapial, de trazos simples y toscos con el refinamiento del mosaico de teselas cerámicas policromadas es un mestizaje entre la austeridad medieval y del desierto con el lujo de aspiraciones versallescas.
El bullicio de Fes no se encuentra en esta ruta monumental. La plaza de El Hedim, sea tal vez el mejor lugar de intersección entre ambas ciudades. El mercado que se encuentra anejo y los tenderetes cerámicos que se ubican en su contorno, favorecen esa dinámica. En ese aspecto, esta plaza presenta cierto paralelismo con la Yama’a Fná de Marrakech.
Comparado con Fes, la Versalles alauita puede defraudar. Gana en grandiosidad, pero pierde en diversidad y en actualismo. Las calles de la antigua Fes siguen siendo arterias de vida como en sus mejores años medievales. No obstante, comparado con este lado del mar, viajar a Marruecos es introducirse en un libro de Historia siendo el protagonista. Es viajar en el tiempo, algo que no tiene precio.
Rabat
La ciudad cercada por murallas (ribat) es la que falta en el listado de lo que los circuitos de turismo conocen como “ciudades imperiales”. Los almoávides la fundaron en el s. X reforzando una antigua colonia romana en la orilla del río Bou Regreb, Colonia Sala que hoy mantiene el nombre de Chellah y se visita como un importante núcleo de interés arqueológico en la zona.
Tras varias décadas de esplendor, bajo la dinastía almohade, que la intentó consolidar como referente, a ciudad quedó eclipsada hasta finales de la Edad Media con su refundación por parte de los andaluces de la actual Hornachos (Badajoz). Será finalmente los sucesores de Mulay Ismail quienes le confieran su carácter regio actual y la conviertan en capital del reino.
Alineada en el norte del país con Fes y Mequinez (Meknés) se unen a Tánger y Chefchaouen en el norte para conformar uno de los principales paquetes turísticos que ofrece este país. El otro indudablemente, está centrado en Marrakech y tiene al desierto como principal atractivo.
Entre todas ellas, tal vez Rabat sea la menos visitada. Pero sorprende y mucho cuando uno se adentra en ella. Las vistas desde la muralla sobre el estuario del río y la vecina ciudad de Salé son el primer punto de parada obligada. Emociona bastante cuando se conoce la historia del sitio y la imaginación se llena de aventuras protagonizadas por los corsarios berberiscos que se adentraban en el Mediterráneo.
La monumentalidad de la actual capital alauita reside principalmente en el entorno de la muralla y la medina antigua. Las murallas de la época almohade y su colección de puertas (Bab Zaers, Bab Ruah, Bab al-Had, Bab al-Alu) son uno de los elementos más destacables. Las torres y lienzos de piedra o tapial se conservan relativamente bien.
Sus puertas tienen una sobriedad elegante que reflejan cierto aire de distinción. Son el patrón que inspiran a las posteriores en las ciudades del norte, con la salvada distinción que el mosaico policromado confiere a Bab el Mansur en Mequinez.
Dentro de la muralla se encuentra la Alcazaba de los Udayas, llamada así por la tribu del mismo nombre que Mulay Ismail destinó aquí como guarnición para la defensa de la ciudad. De origen almorávide, los almohades la refuerzan y los alauis le confieren de nuevo el uso que había perdido.
Es uno de los puntos fundacionales de la ciudad, el Ribat al Faht que instauraran los almorávides en el siglo XI. En su interior se encuentra el museo de Artes marroquíes de Rabat. En él se pueden encontrar cerámica, instrumentos musicales, manuscritos y textiles.
El principal lugar de visitas turísticas, a nivel general, es la plaza o explanada de la torre Hassan, una de las tres hermanas referidas al hablar de la arquitectura almohade en Marrakech. Son los restos de una de las principales obras que debían dar identidad a la nueva capital almohade, la gran mezquita de Ribat al Fath, iniciada bajo a finales del s. XII bajo el reinado de Yaqub al Mansur.
La magna obra quedó inacabada al precipitarse la disolución del imperio almohade tras su derrota en al Andalus, la pérdida de los territorios del levante magrebí y el apogeo de los zenetes, que acaban desplazándoles.
El lugar es un recinto abierto con vistas al mar, de enormes dimensiones caracterizado por parecer un bosque de columnas. Los pilares destinados como apoyo de los arcos que sustentarían la techumbre dando forma al espacio arquitectónico.
La torre aparenta tener su intención de igualar o superar a la que se considera su hermana sevillana, la hoy torre Giralda, aunque las heridas erosivas del tiempo se muestran en su cuerpo, al contrario que en sus hermanas donde el uso actual mantiene la conservación de sus paramentos.
El objeto principal de la visita a aquel lugar no suele ser la torre, que al visitante ajeno a la Historia, le parecerá un antiguo engendro ruinoso o medio acabado junto a un espacio caótico de columnas a medio terminar.
El atractivo principal del enclave lo constituye el mausoleo real donde se encuentran las tumbas de los reyes Mohammed V y Hassan II, ascendientes directos de la actual estirpe regia y artífices de la actual independencia. El lugar suele estar masificado, por afluencia de público local principalmente. El edificio tiene su qué, pero nada que se aproxime a cualquier otro de antigua fábrica.
Y es que por mucho que sea un rey, las cosas, ya no son como antes (cualquier abuela diría). Con la torre Hassan y el Mausoleo real ocho siglos de historia se concentran en esta explanada (Lakhdar, 2000).
Otro de los lugares interesantes en la boca del es el conjunto arqueológico del Chellah, supuestamente, la antigua Colonia Sala que pusieran en funcionamiento los romanos (posiblemente sobre alguna traza previa de los mercantiles fenicios).
Resulta un conjunto curioso. Subiendo desde la orilla del río, aparece en primer plano quedando un poco abajo de la carretera. Se adivina su antiguo fulgor e importancia, pero desconcierta mucho su actual estado en deterioro. Para alguien interesado en medio ambiente, destaca el nivel de ocupación de cigüeñas.
Pareciera que estas aves tienen cierta atracción por los elementos arquitectónicos en ruinas (ocurre también en Volubilis), así que la primera impresión es de escasa importancia.
Sin embargo, al adentrarse en ellas sorprende gratamente el nivel de ornamentación y calidad arquitectónica, reflejo de un pasado más notorio y suntuoso. Leyendo sobre el tema, se confirma al revelar que fue de interés por los sultanes meriníes, que establecieron allí la maqbara (cementerio) real. Su apogeo meriní, coincidente con el esplendor granadino, le confiere retazos de rica ornamentación en ataurique de piedra y mosaico cerámico policromado.
La desembocadura del Bou Regreg, metafóricamente es la boca que bebe del Atlántico habiendo dado vida a todo el eje horizontal que yace a los pies del Alto Atlas. Aunque realmente la energía que alimentó históricamente a toda esta comarca son las feraces campiñas arcillosas y casi planas que conforman aquel valle y los montes de zaytun (olivares) que bajan desde los beni Arus, con Ouezzane como mejor representante olivarero.
La misma boca, sirvió de refugio y salida a las actividades marineras que asaltaban mercancías en tránsito por la costa africana, la primera ruta a Indias, o posteriormente trasatlántica. Las ubicaciones de Larache, Mamora y Salé, eran estratégicas y sus marineros, avezados navegantes hechos desde hace tiempo a las diferentes condiciones de la mar frente a las del anciano Mediterráneo.
«Desde entonces Salé se convirtió en el principal puerto del reino de Fez y en la plaza comercial más importante de la costa occidental, frecuentada por comerciantes de todo el mundo cristiano: mediterráneos, flamencos e ingleses llegaban atraídos por la aptitud y cortesía de los mercaderes saletinos, que vendían pieles, lana, tejidos, tapices, marfil, cera y miel, comprando a su vez telas y objetos manufacturados a los pisanos, catalanes, genoveses y venecianos.
Cuando los moriscos (musulmanes y judíos) fueron expulsados de España, vinieron familias enteras de Castilla, Cataluña, Andalucía y Murcia a instalarse en las dos riberas del Bu Regreg: en Salé la Antigua (la actual Salé), y en Salé la Nueva (Rabat). Bajo el impulso de los hornacheros, ricos negociantes de los alrededores de Badajoz, avezados en las técnicas de la navegación marítima, se especilizaron en una nueva forma de yihad: el corso filibustero, al que se dedicaron durante más de medio siglo, tanto para hacer fortuna como para vengarse de los cristianos que les habían arrebatado su tierra natal» (Lakhdar, 2000).
Desde las llanuras agrícolas del eje central del país (Rabat-Fes), la subida hacia el norte se hacía antiguamente a través de las montañas Beni Arús, que unía Fes con la frontera norte, su vía marítima y la milenaria ciudad de Tingi. En ese eje, destacan Uezán (Ouezzane), el santuario de Mulay Abdeslám, la ciudad de Chefchaouen y la ciudad de Tetuán en la ruta de comunicación con el paso de Ceuta.
Desde finales del siglo XVIII, con el traslado de la capital del reino a la costa, la fachada atlántica cobró relevancia y la implementación de carreteras rápidas le dieron el actual protagonismo. La proximidad al norte entre Tánger y Ceuta, hace confluir a ambas rutas en el entorno del Estrecho de Gibraltar, como principal vía de conexión hacia el norte y las orillas del Mediterráneo.
En la subida hacia la confluencia de las dos orillas, el primer punto de interés es Larache (al ‘Araich), ubicación sur de la influencia española durante el período del Protectorado. Antes de ello, los interesados en ornitología deben desviarse un poco hasta Mulay Bousselham.
Aquí se encuentra una laguna litoral que es un paraíso para las aves acuáticas y limícolas, con un dispositivo de embarcaciones de pesca al servicio del turista que facilitan la visita acuática al lugar, sobre todo desde el punto de vista del naturalista.
Larache mantiene aún trazas del urbanismo decimonónico de su pasado colonial español. Se encuentra adyacente a la antigua medina medieval y cuando lo conocí hace ya unos quince años, andaba muy deteriorado. La ciudad es de tamaño mediano y el interés principal es más arqueológico que arquitectónico. No hay edificios suntuosos como en las ciudades que hasta ahora hemos considerado. Salvo el antiguo fuerte fundado por los españoles sobre la alcazaba saadí del siglo XVI.
Sin embargo, su interés arqueológico es brutal. La desembocadura del potente río Lukus atrajo desde siempre la atención de las distintas culturas, posiblemente atraídas por la riqueza en madera, pastos, cereal y olivo de la que también se ha hablado.
El asentamiento antiguo de fenicios, cartagineses y romanos deshace la leyenda del Non Plus Ultra que se asigna a las Columnas de Hércules si bien no deja de ser cierto que la navegación en estas aguas difería con mucho de la característica en el Mediterráneo, con necesidad de una curvatura en proa que no era usual en las embarcaciones de la época.
El yacimiento arqueológico de Lixus es comparable al de Volubilis y da muestras de la capacidad productiva e interés que tuvo la zona para el ámbito Mediterráneo en tiempos de la Mauritania-Tingitana. Su anfiteatro aún conserva trazas de lo que fuera en la Antigüedad. Teniendo en cuenta que su capital administrativa estaba en Corduba, de la Baetica hispana, se llegan a entender la Historia de otra manera.
Las dimensiones de este tipo de espacios públicos (foro, teatro, circo, vias, termas) proporcionan una estima aproximada de la vitalidad pasada de estos núcleos urbanos. La riqueza de su ornamentación también permite calibrar el alcance de su prosperidad económica. El museo arqueológico de Tetuán es la sede actual de las mejores piezas procedentes de este yacimiento. Su colección de mosaicos, merece una visita.
El particular interés de Larache es su zona costera, con impresionantes playas de arena en longitud interminable hacia el norte, acantilados y litoral rocoso al sur y entre ambas, las marismas que genera el río Lukos con los meandros en su tramo final.
Una variedad paisajística y biológica vinculada a la influencia marina de importancia considerable, muy recomendable para aficionados a la observación de aves. La cantidad de morito (Plegadis falcinellus L.) es realmente espectacular. Posiblemente en estos años, la reintroducción de ibis eremita en el sur de Andalucía haya podido contribuir a la dispersión de la especie en ese entorno tan favorable.
El ascenso por la línea costera nos detiene nuevamente en la actual Asilah o antigua Zilil, reforzada por los portugueses en el siglo XV como punto logístico en la ruta meridional a las Indias orientales instaurada por Vasco de Gama. Su atractivo principal es precisamente el aspecto tardomedieval que aún mantiene.
Además de ser una ciudad muy limpia, el urbanismo antiguo o medina es prácticamente una copia del que los portugueses también implementaron en Essaouira o Zanzíbar. Supongo que también en Cabo Verde, Angola y Mozambique, lugares que hasta ahora, no he visitado.
Aunque tiene cierto aire almohade, resulta en una curiosa hibridación entre lo europeo, a su vez influido por el orientalismo cruzado y lo autóctono, de estilo almohade. El carácter de ciudad fortificada también deja huella patente de su época pasada. El tráfico costero atlántico exigía de frecuentes refugios dada la mayor complejidad de la navegación oceánica así como el potencial de mareas y la orientación no aproada de las líneas de tránsito.
Actualmente Asilah es una ciudad eminentemente turística, nutrida de visitantes europeos dada la proximidad al Mediterráneo así como las características urbanas, sociales y naturales que presenta.
El paisaje es muy similar al de Larache, con la proximidad de la marisma del wadi Garyfa, nada que ver con la desembocadura del Bou Regreg o del Lukos, pero pone su nota de diversidad en la llanura cerealista que domina el paisaje circundante y en el que también resulta factible observar avutardas.
Tánger
Cuentan que Tánger recibe el nombre por Tinji, la hija que Hércules dejó allí en espera, mientras tenía debía acometer la separación de los continentes tal como se le había encomendado.
Esta guardiana del Estrecho, sin embargo a nivel turístico, resulta pobre y defraudante. Casi a todos los niveles. Pese a ser el núcleo histórico más antiguo del país, su desvinculación arquitectónica y la escasa relevancia de su patrimonio histórico dejan al visitante cierta sensación de vacío.
Su carácter estratégico la remonta a la altura de la trimilenaria Gadir, por razones similares. Su proximidad al émbolo hercúleo del Mediterráneo la hizo de interés eterno. Es el motivo por el cual permaneció accesible al beneficio inglés y estadounidense cuando Francia repartió el Magreb con la vecina España como puerta de control al continente africano.
Ahmed el Raisuni aumentó su fama con el asalto a la hacienda Perdicaris y secuestro de la familia del adinerado greco-estadounidense. Pero su prominente alcazaba de magníficas vistas la océano se encontraba en estado precario en el año 2000 y su medina era desordenada, bulliciosa y bastante lúgubre.
Lo mejor de Tánger es su entorno. Agraciado por temperaturas suaves durante todo el año y una alta humedad, la vegetación es exhuberante en el contorno. El ámbito de cabo Espartel tiene encanto paisajístico y atractivo turístico con la cueva de Hércules. Las playas, son inmejorables, al más puro estilo atlántico que pueda encontrarse en esa fachada oceánica en mitad del continente.
En la ciudad, el entorno de la alcazaba, el café París y el restaurante Hammadi es el itinerario clásico.
Desde Tánger siempre hubo conexión marítima a través del Estrecho. Algeciras o Tarifa eran los puertos vecinos más cercanos. La conexión con Ceuta, hace de Tetuán otro de los lugares estratégicos en el norte.
Tetuán
La Paloma Blanca, situada a orillas del río Martil se ubica en el cruce de caminos que bifurca la ruta del Atlántico con la interior del continente. Una y otra sirvieron para la llegada hasta la tierra de los negros, el Sudán, de donde provenían especialmente oro, piedras preciosas, mano de obra esclava, textiles exquisitos, especias y feroces animales salvajes.
La Titaguen bereber alcanza protagonismo a lo largo del siglo XV tras ser destruida por los portugueses unos decenios antes. En el último cuarto del siglo XV, el alcalde de Piñar emigra hasta allí acompañado de varias familias del entorno granadino y refunda la ciudad.
Sidi Aly al Mandry debía ser natural de la ciudad de Mandar, actual Bédmar, por lo que tenía esa nisba o gentilicio. Allí casa con la hija de sidi Aly ben Raxid, que años antes había fundado la ciudad de Chauen en las montañas del wadi Laud, cerca de un paso accesible por el que defender la costa de levante de las incursiones portuguesas y castellanas que se abrían paso en África.
Unas cuatrocientas familias se asientan en Tetuán que se convierte en el principal poso de andaluces en el exilio junto con el ya citado binomio a orillas del Bou Regreg. Unos y otros, aprovechan las facilidades fluviales para dedicarse al corso marítimo y asaltar embarcaciones.
Tetuán se consolida en esa época como la principal ciudad de esta franja norte y servirá para regular las incursiones al Mediterráneo desde la base de río Martil, si bien en esa época será la costa argelina (Orán, Argel) la que decida el rumbo africano al estrechar lazos comerciales y militares con los turcos.
Apenas un siglo después, serán partícipes del fracaso hispano-portugués en el norte africano al hacerles frente en la batalla de Qsar Kabir (1578), famosa por morir los dirigentes implicados en el desencuentro (batalla de los tres reyes).
El desarrollo de la ciudad en esos siglos viene a ser un documento vivo sobre la vida del reino nazarí en suelo ibérico. Su arquitectura, cultura y orgullo social han quedado patentes a lo largo de siglos marcando una diferenciación en aquel país con respecto al sustrato original bastante notorio y sirviendo como referente de lo que en su día hubo de ser la antigua Garnata.
Al margen de antiguas distancias y rivalidades, será esta proximidad la que luego haga tan fácil la convivencia entre marroquíes y españoles en ese territorio durante los años de ocupación en la primera mitad del s. XX.
Esto aumenta el valor cultural de esta ciudad. En su núcleo histórico (medina) es posible intuir el aspecto de una antigua ciudad andaluza casi hasta vivirla en primera persona. En la parte moderna (ensanche español) el tránsito urbano entre los siglos XIX y XX se entiende a la perfección.
En Tetuán, es importante visitar el Museo Arqueológico. La cantidad de trazos culturales que se encuentran allí dibujan una red filar que conecta a la perfección el pasado de ambas orillas del Estrecho. Los mosaicos romanos de Lixus ayudan a dibujar un pasado común de sinergia entre ambos territorios así como a desvanecer temores y rechazo.
El conjunto de la ciudad antigua, guarda la armonía que establece su organización en torno a una muralla perfectamente conservada que le dan acceso desde la parte nueva de la ciudad. La vida social en su interior sigue siendo una réplica casi inalterada de los últimos cinco siglos, encajando algunas matizaciones.
El tránsito humano, el ajetreo comercial en sus calles, las fuentes, el uso de los baños, la actividad y sonido de las mezquitas, resulta tan vivo como en la medina de Fes con menor amalgama humana. El mercado en sus calles es tal vez lo mejor. No hay apenas monumentos grandiosos que puedan encontrarse en la ciudad, más allá de la gran explanada que deja el Palacio Real en su puerta, antes de entrar por la calle de Abdelhalak Torres.
En sí, la ciudad antigua de Tetuán es un monumento velado, de intimidad oculta a los ojos desde el exterior, lo que encaja de forma rotunda en una de las prescripciones del modo de vida islámico, el carácter sagrado de lo privado, la familia, lo personal, el hiyab para lo haram.
«La ciudad de Tetuán constituye uno de los ejemplos de mayor interés, desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico, de todo el norte de África, no sólo por la naturaleza y el volumen de su patrimonio edificado, sino porque materializa la unión, de forma particularmente acertada, viva e intensa, de la ciudad islámica o Medina y la ciudad occidental o Ensanche español, resultado de ello una ciudad con evidente vinculación a numerosas ciudades de Andalucía.» (Torres López et al., 2002).
La Medina de Tetuán fue declarada por la Unesco como patrimonio de la Humanidad en el año 1997. Del vocabulario arquitectónico árabe seguimos usando términos como zaguán (rincón, retiro), adarve (sendero, pasillo), algorfa (habitación), arriate (patio), fonda (pensión), mezquita (sala de oración), zubia (sitio de retiro), rábita (fortificación), borge (torre), alminar (minarete), linterna (punto de luz), faro (foco).
La mayor parte de este conjunto urbano, por el carácter reservado al que se ha aludido no se encuentra fácilmente accesible a la visita pública. Algunas de las casas o palacios han sido transformados en centros públicos de tipo museístico o artesanal, o bien éstos intentan reproducir la arquitectura tradicional, aunque sin el poso del tiempo que exhalan los originales y más genuinos.
El funduq Lebbadi, el hammam al mandri, la madrasa y mezquita Lucas, la zawiya Tiyanía, la sinagoga Benwalid, casa García o casa Erzini son piezas del conjunto urbanístico más tradicional de la ciudad y que pueden engarzar estrechamente con el legado andalusí volcado en la otra orilla durante los siglos de la emigración.
Asistir en alguno de esos espacios a una sesión de velada musical interpretada por alguna de las agrupaciones tradicionales del todo el entorno tradicional andaluz (Tánger, Chefchaouen, la misma Tetuán o la lejana Oujda), es un privilegio para quién pueda emocionarse con el sentido de lo histórico.
El patrimonio musical andalusí es un fenómeno cultural inaudito. Comparable al de los manuscritos del Fondo Kati tiene la singularidad de haberse transmitido de forma oral hasta finales del siglo XVIII en que fuera recogido de forma escrita en el Kunnash de al Ha’ik.
Pese a todo, el mismo es solamente un compendio poético con las letras de las principales nubas (nawbat) que la tradición había logrado conservar en los más de tres siglos que mediaban desde el exilio granadino al otro lado del mar.
La nostalgia por la separación llevaba al sentimiento de unidad que les convocaba periódicamente o en eventos sociales (nacimientos, mayoría de edad, bodas, defunciones, festividades rituales) donde la música andalusí (al-Ála).
Este patrimonio inmaterial unido a las manifestaciones materiales de lo arquitectónico, culinario, vestimenta, ornamentación es todo un legado trascendental de enorme interés histórico que contiene la belleza de mantenerse vivo. Las similitudes entre la ornamentación festiva de la mujer andalusí y las esculturas de la Dama de Baza o la Dama de Elche, no dejan de ser asombrosas.
Algún día la objetividad histórica y el abandono de prejuicios religiosos reconocerá estos valores y concederá a la población andalusí en el exilio, al menos la misma consideración otorgada (1992) a la sección de credo judío que experimentó el mismo proceso de exilio casi doscientos años antes.
No faltan los eventos de cooperación, amistad y concordia entre las comunidades andaluzas de ambas orillas, pero aún resta el reconocimiento de su ancestro y la vinculación cultural que atesoran y nos une al otro lado del mar.
La asociación Tetuán-Asmir ha sido una inmejorable anfitriona de manos de muchos de sus socios de ascendencia andaluza (Benaboud, Bennuna, Chaachoo, Harrak, Medina, Dawud,…). A todos ellos, ¡¡muchas gracias!!
Vi la luna y el rostro amado y tuve dos lunas ante la mirada.
Mas no supe distinguir cual de las dos fue mi tormento, si la luna astro o la luna humana.
De no ser por el rosado de sus mejillas y la impresión de su negro cabello,
hubiese confundido la luna con la amada y la amada con la luna.
Pero aquella se esconde y esta no desaparece y no es quien se ausenta
como quién permanece.
Sana’a: Ra’ytu al hilaal. Nawba hiyaz al Kabiir. Trad.: Antonio Pulido Pastor
Antonio Pulido Pastor
Asociación Forestal Andaluza
Dedicado a mi hija Almaa’ (el agua), encantada con este país y las relaciones internacionales, su hermana Aurora (Subh) y su madre Carmen (Karm), que se aventuraban conmigo mostrando siempre gran afinidad con este territorio y sus gentes.
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Excelente recorrido Antonio por ese país que te atrapa por completo en cuanto se es capaz de mirar con ojos diferentes a los del turista convencional. La historia de España queda incompleta si no se cuenta junto con la de Marruecos y viceversa. Más allá de prejuicios y conveniencias políticas existen vínculos hermosísimos que quedan patentes en las líneas de tu artículo. Enhorabuena!
Muchas gracias Alberto. Era una tarea pendiente, y en cierto modo la supresión de un absurdo. No encaja en Lógica (ni clásica ni difusa) que el país tan cercano y tantas veces visitado, no tuviera su espacio entre los relatos de mis viajes. Así que con la excusa de la última visita de Almaa’ allí me propuse resolver esa cuestión. Agradezco mucho tu valoración porque estás entre quienes mejor conocen mi relación con ese país y con mi sentir de Andalucía. Descubrí la estafa historiográfica mientras trabajaba con vosotros en la Axarquía de Málaga y recuperar la senda del trazado historiológico nos sirvió para encauzar mejor pautas para despertar e impulsar el desarrollo de aquellos pueblos. No estaríamos tan equivocados cuando años después otros siguieron el ejemplo. Como suelo decir a veces, soy andaluz y procuro ejercer de ello. Así que sólo puedo congratularme enormemente y presumir de ello cuando te veo como actual motor de esa línea cultural en la zona.