Lappi es el término con el que la lengua sami, los pastores escandinavos, se referían a la tierra del norte. Allá donde no había vida humana hasta su llegada. Se cuenta que eso ocurrió a finales de la Edad Media, posiblemente porque hasta entonces el terreno hubiera sido francamente hostil, tal vez porque la presión demográfica al sur, no había exigido la ampliación a nuevas fronteras.
A partir de entonces, se colonizó y el bosque interminable de las tierras gélidas, empezó a ser territorio humano. Dentro de la cornisa norte, es la única franja septentrional en la que no se encuentran rasgos del prototipo siberiano.

LAPONIA, LA TIERRA VACÍA

La vida en ocasiones, te regala situaciones, sensaciones y emociones. En suma, te lleva por rutas agradables que unas veces pasaron por tus sueños y otras, ni siquiera por tu imaginación. Este que os cuento, ha sido un viaje de plena aventura que roza lo idílico.

Imaginar el Ártico transmite leyenda, mitología gélida musicada de aullidos. Auroras boreales, bosques infinitos, vientos cortantes y paisajes helados. Planteado en modo naturaleza, perros de trineo y larga distancia, sin plan preestablecido, parece todo un desafío.

Petter Karlsson es, junto con su equipo, el campeón del mundo en travesías de larga distancia (1200 km) con trineo propulsado por perros (sleddog). José Luis Pedrero, es su veterinario.

Compartir con ellos la expedición deportiva Artic Circle Experience (A.C.E.) que promueve el campeón sueco ha resultado un privilegio compartido con media docena de personas más.

La línea aérea que enlaza en vuelo directo Málaga-Estocolmo-Umeå hace que la conexión sea rápida, cómoda y apenas perceptible. Sobrevolar por vez primera la península de Escandinavia aporta algunas nociones paisajísticas nuevas en mi topografía mental.

El mar Báltico es el trozo de océano Atlántico atrapado por Europa cuando estableció el dique de Jutlandia. En ese sentido es un mar tranquilo como nuestro Mediterráneo, donde las grandes corrientes y el oleaje bravío no encuentran espacio suficiente para desarrollarse en plenitud.

El perfil costero que bañan sus aguas es lo más dendrítico que pueda encontrarse. Seguramente un gozo para Mandelbrot y su teoría de fractales. El litoral escandinavo es muy somero y perfilado en numerosos entrantes y salientes a modo estuario, cargados de islas y riberas marismeñas.

A nivel paisajístico, este panorama acuático establece continuidad visual con los numerosos intersticios lagunares que se conservan en el interior del continente como consecuencia de la actividad glaciar de períodos más fríos.

Sobrevolar este paisaje por vez primera, resulta muy emocionante para alguien atraído por los espacios abiertos. Embebido en una matriz boscosa que se intuye infinita, es algo de enorme contraste con los paisajes habituales del contorno Mediterráneo que estamos acostumbrados a ver.

El brutal abismo térmico que se vaticina, también resulta abrumador. Todo un conjunto de nuevas experiencias que comprimen la emoción interior hasta que llegue a desbordarse al menor descuido.

La llegada al aeropuerto de Arlanda en Estocolmo ya lo confirma. En el breve tramo que me lleva a cambiar de avión sobre pista un desplome de temperatura y la presencia de nieve así lo corroboran.

En la llegada Umeå se puede apreciar que el mar presenta parte de su superficie helada. Encontrar bankisa de hielo 1500 km al sur de las islas Svalbard, el icono de los osos polares, resulta una sorpresa absoluta.

El alarmismo de la fusión polar parece quedar sin sentido al divisar esta helada plataforma en el litoral escandinavo. La noticia reciente sobre aumento en la población de oso ártico canadiense contribuye igualmente al descrédito sobre la climatología cambiática.

Aterrizar en Umeå es una vuelta a la infancia. Rondaba yo los cinco años de edad cuando viví aquella gran nevada en las medianas altitudes montañosas del sur de Córdoba. Encontrar de nuevo medio metro de altura nevada y taludes junto a los viales en torno al metro y medio, revive aquel gélido recuerdo infantil.

Mi primera experiencia en este país será ferroviaria. Un tren de mediano recorrido me conduce 250 km hacia el sur hasta Sundvall, divisando a través del cristal mi primer encuentro con la taiga, otro de esos bosques infinitos que pueblan la Tierra.

En este caso, el norte del hemisferio boreal. El paisaje es una sucesión de bosques y lagos alternados. En unas 3 horas, llegamos al destino. Allí vive Malin Granqvist, una de las campeonas en competiciones de trineo tirado por perros que tiene este país.

Su marca deportiva Villiviimas está en lengua finesa y significa “viento fuerte”. Define a la perfección la gran capacidad física que esconde esta chica de enorme sonrisa hecha en el manejo del timón con el que dirige su trineo o triciclo tras el tiro que mueven sus perros.

Observar la interacción con sus colegas es confirmar que el liderazgo en un grupo canino no es cuestión de sexo. Resulta encantador ver cómo encajan entre sí entre juego y disciplina. La líder del grupo es la que surte de provisión y también la que impone las normas de comportamiento.

Resulta enternecedor ver cómo humanos y animales pueden llegar a congeniar diluyendo los límites normales que separan una manada lobuna con una familia humana.

Malin vive en una casa unifamiliar junto con sus 10 perros que ocupan estancia independiente. No es una casa con jardín o con campo. Es una casa en el campo. Los espacios son abiertos, no hay vallas, las dimensiones inmensurables.

Un lago inmenso rodeado por un bosque infinito es un jardín inabordable. El lejano horizonte blanco, flanqueado por los verdes pilares arbóreos que sostienen un intenso cielo azul te hacen diminuto.

Las imágenes, con naturaleza inundada de monástico silencio rayan lo idílico. El estereotipo nórdico se plasma aquí con toda su intensidad luminosa. A primera hora de la mañana, mi sombra es más alargada que nunca. El contraste con la parquedad que presentaba en África central contradice claramente las creencias terraplanistas.

En apenas unas horas, José Luis ha revisado el estado de huskies siberianos y regresamos a Umeå. El precio del billete, 60 euros cada uno de los recorridos me hace ver que este país tiene un alto nivel de vida.

La estación de tren y la de autobuses están al lado. Con cruzar una avenida se consuma el trasbordo. Un autobús con rumbo noroeste nos llevará hasta Slussfors, un pequeño núcleo rural del municipio de Storuman, en la provincia de Västerbotten, a unos 350 km de distancia por carretera desde la capital de la región.

Cuatro horas de viaje por carretera nos lleva hasta este núcleo rural formado por una veintena de casas donde sus habitantes se dedican a la ganadería, la producción maderera y el turismo de naturaleza. El viaje por carretera es un magnífico transecto para descubrir paisaje y modos de vida del país.

También ha servido como punto de encuentro de grandes aficionados a los perros y al deporte del mushing. Lysiane Pernet (Suiza) y Rolf Gerber (Austria) son dos de ellos a quienes he tenido el honor de conocer y compartir jornadas de nieve y trineo.

La convivencia con animales de deporte es una devoción casi religiosa. Los cuidados y atenciones de que son objeto exigen a sus propietarios un esmero y dedicación que roza el de cualquier culto. Mucho más que la dedicación que exige una mascota cualquiera.

Las viviendas independientes con sus instalaciones accesorias para los animales emulan ermitas o santuarios religiosos. En su interior, el esoterismo de la Naturaleza se traduce en un exoterismo que tiene a los perros como protagonistas. Todo se organiza en función de las necesidades para este deporte.

Slussfors es un referente internacional, un lugar de peregrinaje al que acuden personas desde distintas partes del mundo aficionadas a la aventura y los perros de trineo. El Alaskan huskie es la raza principal.

La presencia allí de Petter Karlsson y su equipo es la causa de ello. La granja de Petter es un centro canino de alto rendimiento que en nada lleva a pensar que la ocupación principal de la propiedad sea la cría de ganado vacuno.

Petter es el campeón mundial de larga distancia en la especialidad. Sus logros en competiciones internacionales de largo recorrido le han hecho una figura destacada en el panorama deportivo escandinavo y nacional.

Varias veces campeón en la prueba que se celebra en Alta (Noruega), la Finnmarksløpet con 1200 km de recorrido, han forjado su fama de inagotable así como el prestigio de sus perros. La oportunidad de comprobarlo personalmente, es más que un privilegio.

Los preparativos para una travesía, una aventura como es la Artic Circle Experience que organiza cada año junto a su equipo, no es sino un viaje en el tiempo. Si pongo mi mente en blanco y negro, la memoria me lleva hasta las imágenes que veía en la niñez sobre el Polo Norte.

Petter es un elemento más de biodiversidad en la taiga de Laponia. Su capacidad de orientación y habilidades para el rastreo y la supervivencia se fueron forjando durante la niñez al punto de que a sus cuarenta años se desenvuelve en los paisajes nevados de forma sobrenatural.

Esta agilidad topográfica y mental junto a su destreza con los perros le confieren una destreza para adaptarse al medio que es la base de sus éxitos.

Preparar junto a su equipo una expedición al Ártico es viajar en el tiempo. Mi memoria navega en visión retrospectiva con imágenes en blanco y negro. El hielo, los perros, las pieles, el frío polar, despiertan imágenes de los pioneros polares. Amundsen y colaboradores.

Y el presente me une a ellos en primera persona, aunque versión coloreada. La selección para una expedición tan exclusiva, de apenas 6 miembros es todo un privilegio. Participar como invitado, por tanto, no tiene nombre.

El recorrido en primera persona, me ha permitido conocer la taiga, los lagos helados, la tundra, los perros, el viento del norte y el Ártico. Todo un serial de Naturaleza digno de los mejores documentales del ramo.

Convivir con los perros, comprobar cómo llegas a ser parte de una manada, es también una experiencia viva que transmite mucho de ecología y etología, con aplicaciones de lo más práctico trasladables a situaciones paralelas en biodiversidad.

En concreto, convivir con los huskies o los malamute es lo más parecido a formar parte de un clan lobuno. Observar su resistencia al trote, velocidad media de crucero, frugalidad alimenticia, resistencia a las condiciones extremas de intemperie y disfrutar de sus aullidos nocturnos es toda una lección de etología canina que ofrece una perfecta traslación a las capacidades del lobo salvaje.

Este ha sido mi primer contacto con la taiga. El bosque infinito boreal caracterizado por una masa continua y casi homogénea de coníferas. El término, derivado del lenguaje yakuto viene a significar bosque denso, también tierra despoblada.

El encuentro es emocionante. Las fotografías de libros o las imágenes de reportajes que uno ve en cine o televisión siempre generan impacto emocional cuando se presentan en vivo por primera vez. La sensación es la de integrarte en aquellas escenas o películas. Los ambientes cinematográficos de las Montañas Rocosas reproducen este tipo de paisajes.

Pasa con cualquiera de los biomas característicos de la Geobotánica terrestre o incluso con las que llegué a descubrir bajo la superficie del mar. Toda primera vez, tiene su especial carga emotiva. Ya me ocurrió con los robledales marcescentes, los hayedos pirenaicos o centroeuropeos, el gran desierto, el Himalaya o la selva tropical.

Aquí, la combinación de color, podría convertirse en una singular bandera. Celeste, verde y blanco. Cada uno de los tres en intensidad máxima y contraste absoluto. Recorrer estos paisajes de forma autónoma a los mandos de un trineo tirado por perros, alcanza el nivel tope.

El sonido que acompaña a este medio cuando se adentra en aquellos espacios abiertos es como el suave silbido de una ligera brisa que a su vez, te besa en la cara. El jadeo de los perros es también un metrónomo de frecuencia. Marca el ritmo del paso animal y transmite al musher sensaciones de velocidad y esfuerzo.

El vehículo ancestral del Gran Norte lleva a soñar con aventuras salidas de los libros de Jack London. El trineo y su tiro, con su forma alargada es el huso del telar que va dando trama humana al inmenso textil de bosque y nieve que se extiende bajo el cielo.

Los estrechos senderos que ahora recorre la moto de nieve, antaño eran dominio exclusivo del trineo permitiendo la entrada en el vasto teatro de operaciones que es el bosque interminable. La leña y sobre todo la caza era el recurso de invierno para sostener las familias en poblaciones sedentarias al margen del pastoreo.

El nomadeo que exigen estos duros inviernos está reñido con los asentamientos estables que debieron dedicarse a una relación más estrecha con el bosque y la tundra vinculada a la selvicultura y la caza.

Este bosque boreal tiene dos caras, una perenne, conformada por coníferas siempreverdes. Otra caducifolia, protagonizada esencialmente por el abedul (Betula pendula Roth.). Curiosamente no se presenta el alerce (Larix sp.), una de las escasas coníferas deciduas de la flora boreal.

Algunas especies del género (Larix sibirica Ledeb, L. gmelini (Rupr.) Rupr.) forman parte de la taiga pero no se encuentran en la península escandinava, salvo algunas partes de Finlandia y Rusia. Por lo general, son especies asociadas a las altas montañas. En Europa, los Alpes, en América, Alaska y las Rocosas.

Pero lo habitual son especies siempreverdes, con el abeto rojo (Picea abies (L.) H. Karst.) y el pino albar (Pinus sylvestris L.) como grandes protagonistas. Su apretada espesura, genera alto estado de competencia y baja insolación en el interior del bosque, dando pocas opciones a otras especies de árboles o arbustos.

La insolación en estas latitudes septentrionales es además escasa a nivel de suelo por la inclinación de los rayos solares. Las sombras son notablemente alargadas por esta razón y también lo es el crecimiento en altura de los árboles, a fin de exponer mayor superficie de copa a la radiación solar.

Por el mismo motivo, la tangencialidad a nivel de suelo disminuye la incidencia solar sobre el mismo. Todo eso hace que el sotobosque esté muy ralo y haya poco matorral.

Por otra parte, la mineralogía silícea, el frío, el tipo de hojarasca que dejan las coníferas, con alto contenido en compuestos aromáticos de cadena larga, dificulta la descomposición y genera suelos más bien pobres en contenido mineral.

De este modo, estos bosques naturales se diferencian muy poco de los pinares de repoblación que tenemos en nuestra latitud. Tal vez sólo la acrática distribución de aquellos sobre el terreno frente al marco regular de plantación con la que suelen establecerse las masas artificiales. Ambos suelen tener una escasa cohorte vegetal sobre el suelo a causa de motivos similares.

El abedul, que aparece en el sur en mezcla o disperso con coníferas y otras frondosas en las últimas estribaciones del bosque templado boreal, se densifica y especializa a medida que aumenta la latitud. Las brecinas (Calluna sp.) y algunos arándanos (Vaccinium) se muestran intentando componer un sotobosque que también aquí es muy escaso.

En las cercanías del Círculo Polar Ártico, desplaza a la taiga y se convierte en masas casi monoespecíficas donde los árboles disminuyen de tamaño y se rarifican. Parece que en este ámbito, la estrategia caducifolia revierte mejores resultados que la economía aciculifolia.

En aquellas latitudes, las cliseries vegetal altitudinal y latitudinal son muy similares. Puede que no haya otro lugar donde esto ocurra dado que en estas latitudes extremas la serie de vegetación que se sucede en latitud con una diferencia de 50 km es muy parecida a la que se encuentra en altitud con apenas superar 100 m de altitud.

De este modo el betular sucede a la taiga en una estrecha franja de kilómetros a medida que se acerca al Círculo polar ártico introduciéndose la tundra a modo de retazos cuando la altitud despunta a poco que aparece una montaña.

En invierno, la tundra es un cascarón helado. Ahora que apunta la primavera, la costra blanca se hace más delgada y entra en retroceso para ir dejando vista la vegetación que cubre esos suelos cuando dejan de estar acristalados.

Los musgos y los líquenes asoman entre las primeras transparencias cuando la cúpula de hielo empieza a desgajarse. El arbusto del arándano, casi comprimido al suelo, también se deja ver. Es tierra de pastos, de verano. Aquí no hay otra opción para los herbívoros que emigrar en invierno.

Sólo bueyes almizcleros persisten aquí en estas duras condiciones hasta el verano. Los renos, con mayor capacidad de movimiento, migran en grandes manadas que los sami aprendieron a domesticar para usar en beneficio propio.

Es territorio también de auroras boreales. Las northen lights están bastante mitificadas, magnificadas en la imaginación de las gentes del sur. Vistas en directo son bastante difusas y nada espectaculares. La cosa cambia mucho, sin embargo, al reproducirlas en una fotografía.

Sin embargo no dejan de ser una de las singularidades paisajísticas de estas tierras del Gran Norte.

La prueba en la que he colaborado es de características extremas. Los mushers conducen su trineo en solitario, con la única ayuda de un navegador GPS. En estos confines, apenas hay referencias topográficas fiables si se carece de un profundo conocimiento del terreno.

La homogénea masa forestal, penetrada por estrechas vías en su interior no deja visualizar el horizonte. Sólo los lagos mantienen rasos de cierta entidad con características geométricas particulares que pueden tomarse como referencias.

Las planicies nevadas o las colinas homogéneas son un sistema muy parecido al de las arenas desérticas donde sólo la intuición o grandes habilidades en orientación sirven para navegar sobre ellas. En la noche, las referencias estelares son más precisas pero requieren también de cielos despejados y de grandes conocimientos.

Los deportistas que han participado en esta prueba, me han parecido fuera de lo común. Lograr superar ese reto bajo tan duras condiciones, vuelve a establecer paralelismos con las dunas arenosas de cualquier desierto.

Pese a las nuevas tecnologías es fácil un fallo operativo o perderse sin más por alguna confusión o mala interpretación de datos. Las temperaturas de -20 ºC no son excesivamente extremas para estos lugares, pero para alguien proveniente de la costa mediterránea es un contraste bastante intenso.

No ha habido ventisca, sólo un par de días nublados. Aún así no ha dejado de parecerme algo fuera de lo común. Sobrevivir sobre la nieve a expensas de material congelado, una hornilla para hervir y dormir en vivac sobre la nieve.

Angelina, de apenas 25 años ha recorrido los casi 600 km de la prueba con toda soltura. Solamente el hecho de ir en pie tanta distancia contra el crono ya me parece toda una proeza. Verla dormir encastrada en el trineo ya me pareció una cuestión de superhéroe.

La aparente fragilidad de Heike también se desvanece cuando llega intacta conduciendo su trineo a sobre las aguas heladas del lago en Vuoggatjålme. Atender las necesidades de sus compañeros es todo un ritual que parece medido con precisión mecánica. Poner el heno, hervir el agua, masajear a los perros, distribuir la comida….

En cada participante, la gélida intemperie escribe diariamente una página en el diario de a bordo que es su rostro. A diferencia del calor, el frío extremo no cesa en la noche. Es si acaso más intenso. Cuando sopla norte, el aliento del Ártico se deja sentir sobre nosotros penetrando las sienes hasta provocar dolor.

Las mejillas se capilarizan enrojeciendo de forma desmedida y generando preocupación frente a un posible colapso. Es de las pocas partes que no van cubiertas. El cansancio se refleja sobre ellas y va mermando las facultades del resto del cuerpo.

Es Semana Santa y por ende luna llena. Su luz difusa tras las nubes alumbra el plano helado del lago. Vuoggatjålme es la localidad europea con récord de temperatura mínima, unos -59ºC . Con sus más de 500 ha de superficie visible se transforma en un gran espejo que refleja la luna, convirtiéndose en un amplificador con el que ilumina aún más todo el contorno.

En ese ambiente, las tenues siluetas de los perros se aprecian como sombras en claroscuro. Sus aullidos en la noche rasgan el silencio. Para unos, la llamada de las tierras vírgenes. Para otros, la canción del Gran norte.

En Ammarnås toca dormir sobre el hielo con una tienda cuya cremallera se congela y no me deja cerrar. Es una situación casi de intemperie. Mi saco de plumas, se queda escaso. Preparado para -13ºC no resulta suficiente y el frío no me deja dormir.

Al día siguiente regreso a Slussfors a bordo de motonieve en compañía de Petter. Atravesamos las montañas de Ammarnås. Con poco más de 1000 m de cota conforman una extensa planicie elevada que no presenta ningún escollo topográfico.

Sólo la exposición a la intemperie en días de temporal debe hacer estos lugares infranqueables. En el momento, más de un metro de nieve cubre aquella meseta. Descubro que millones de estrellas se han venido a descansar sobre aquel manto blanco.

Revelado el gran enigma celeste. Las estrellas no se pierden en la mañana, simplemente descansan sobre las cumbres nevadas después de su trabajo nocturno con el que sirven de guía a la Humanidad.

La ruta a través de bosque, tundra, lagos y ríos helados me lleva hasta Slussfor. A mediodía llega Angelina en primer lugar. Saca más de diez horas a los siguientes. Mattias y Jona lo harán a primera hora de la mañana siguiente.

Un día más para confraternización con nuevos amigos y vuelta a casa por el mismo procedimiento que el viaje de ida.

Antonio Pulido Pastor
Asociación Forestal Andaluza