«El subcontinente chino es tan extenso que, en el primer milenio a. C., los chinos lo consideraban Todo bajo el Cielo (Tianxia), la totalidad del escenario terrenal en el que los seres humanos representaban el drama de la civilización. Lo rodeaban inmensos océanos, desiertos inhóspitos, escarpadas montañas: regiones mucho menos centrales en el proyecto civilizatorio. Nadie sabía hasta dónde llegaban. Pero no había duda sobre dónde estaba el centro de la civilización» (Buckley Ebrey, 2009).

CHINA, TODO BAJO EL CIELO

Este lema de la antigua China Imperial, consiste en toda una declaración de intenciones. Es una proclamación de independencia autosuficiente generada en tiempos de los primeros emperadores frente a elementos externos que podrían generar problemas.

Pero principalmente se trata de una proclama destinada a vincular lo espiritual con lo terrenal. El soberano es el mediador o pontífice entre el cielo, la tierra y los hombres. Por eso su símbolo o pictograma es el wáng, el símbolo de la tríada cielo-tierra-hombre (sān), unido por una línea vertical .

La cultura china es la única entre las que conozco que manifiesta claramente la representación numérica con el sentido cósmico de la existencia. El uno (yī) es la unidad del universo, que engloba todas las cosas. El principio de la numeración, se representa por una línea horizontal arriba .

El dos (ér) representa la dualidad del cielo y la tierra. El ying y el yang. Los dos principios que con su interacción generan todo cuanto existe. Se representa con dos líneas horizontales, la superior correspondiente al cielo y la inferior correspondiente al suelo .

El tres (sān), los tres componentes del mundo: el cielo, la tierra y los hombres en medio. Se representa con una línea horizontal intercalada en el signo del dos (Ceinos, 2010; Guénon, 2004).

«Todo Bajo el Cielo no era un espacio y una población indiferenciados, pues tenía su centro en el verdadero rey, el Hijo del Cielo. El concepto de centralidad, geográfica esta vez, aparece también en la expresión “los Estados Centrales”, que se refería a los estados situaos a lo largo del río Amarillo, región clave para los Xia y los Shang y que durante los Zhou Orientales siguió constituyendo la norma a partir de la cual se podían considerar los foráneos» (Buckley Ebrey, 2009).

«Este eje es, además un simbolismo común a la mayor parte de las tradiciones el “puente” que reúne, sea la Tierra con el Cielo, como aquí, sea el estado humano con los estados supraindividuales, o también el mundo sensible con el mundo suprasensible. Se trata siempre del “Eje del mundo”.

Desde esta perspectiva el Wang aparece propiamente como el Pontifex, en el sentido rigurosamente etimológico de la palabra. De esta manera cuando el Wang, habiendo recibido directa o indirectamente “el mandato del Cielo”, se convierte así en el “canal” por el que descienden las influencias del Cielo a la Tierra» (Guénon, 2004).

«La monarquía Shang no estaba basada en la supremacía militar, sino enraizada firmemente en la religión y el ritual. Su rey desempeñaba una función sacerdotal en el culto al dios superior Di y a los antepasados reales, función que legitimaba su poder político. Dicho de otro modo, puesto que, entre los muertos, los antepasados del rey eran los más capacitados para comunicarse con Di y, entre los vivos, el rey era el más capacitado para comunicarse con sus antepasados, el rey era el más indicado para gobernar» (Buckley Ebrey, 2009).

Es así como se explica el mantenimiento de la figura del soberano durante milenios. En el siglo XX se produce la ruptura de ese sistema y esa figura generando un sistema popular desconocido hasta entonces en aquel territorio.

Aquella concepción jerárquica, explica también el propio nombre del territorio. El país central, representado por el pictograma 中国 (zhōng guó), entendiéndose el concepto como principal o centro del mundo y por tanto el soberano, como regidor del mundo.

Alejado de la tradición, el método nuevo parece irse desmoronando por intrusión y competencia de las nuevas tecnologías procedentes del exterior. En cierto modo lo que siempre fue temido desde el país del centro, está llegando ahora como revulsivo y perversión desde el exterior.

China es surgencia, flujo y estanque de espiritualidad, conocimiento, sensibilidad y progreso desde el confín de los tiempos. Una de las primeras civilizaciones neolíticas conocidas, surge en China hace unos 12000-14000 años (Buckley Ebrey, 2009; Diamond, 2015) y desde entonces no hizo sino aglutinar población y generar progreso civilizatorio en el manejo de la ganadería, la tierra, la producción artesanal y la tecnología industrial que se fueron transmitiendo a los núcleos humanos de su entorno (Hobson, 2006; Buckley Ebrey, 2009).

La particular configuración geográfica que presenta y su climatología (Pulido Pastor, 2015) le permitió la concentración humana a lo largo de grandes cursos fluviales y la utilización de los recursos naturales (minerales, vegetales, animales) que disponía en sí misma o en su entorno próximo.

«La geografía había condicionado las características principales de las relaciones entre China propiamente dicha y Asia Interior. Ésta, aunque era igual de extensa que China, había estado siempre mucho menos poblada, porque su tierra no era apta para el cultivo. A principios de los Song, China tenía una población de quizás unos 80 millones de habitantes, mientras que, en toda Asia Interior, desde el Tíbet hasta las actuales Mongolia y Manchuria apenas vivían unos 5 millones, más de los que habría podido mantenerse si sus tribus no hubiesen tenido acceso a la sociedad agrícola sedentaria de China» (Buckley Ebrey, 2009).

Algunos lapsos coercitivos han existido a lo largo de su historia, como la introspección comercial de la dinastía Ming en el siglo XV o la reciente etapa socio-comunista en la segunda mitad del siglo XX, provocando el alejamiento de los circuitos internacionales.

Pero los hijos de aquella tierra que rechazaron el enorme patrimonio cultural legado por sus ancestros, parecen volver a despertar su interés por la tradición y las trazas más representativas de una cultura genuina que sólo puede provocar el orgullo de un pueblo, cuyo progreso a lo largo de la historia, contribuyó a dispersar civilización a lo largo del mundo.

En esa línea se habla del despertar de China y de lo que está por ver en su nuevo despliegue a lo largo del mundo. Su proyecto «las nuevas rutas de la seda» causa mucha expectación así como temores entre las anteriores potencias mundiales cuyas consecuencias colaterales vamos viendo a través de los movimientos que se producen en el actual escenario geopolítico.

China ya asombró al resto de naciones durante gran parte de la historia, causando el estupor y sorpresa a quienes la visitaban desde fuera. El caso más famoso, para el lector occidental es sin duda el de Marco Polo, llevado a cabo en el siglo XIII.

«El 2 de febrerero de 1421 China empequeñeció a todas las demás naciones de la Tierra. En esa fecha, el día de Año Nuevo chino, reyes y enviados de todo lo largo y ancho de Asia, Arabia, África y el océano Índico se congregaron en medio de los esplendores de Pekín para rendir homenaje al emperador Zhu Di, el Hijo del Cielo» (Menzies, 2004)

No tan conocido es el tangerino Ibn Battuta, casi coetáneo al veneciano, que además de visitar China, prácticamente globalizó todo el mundo conocido al visitar también India, Asia Central y África sur sahariana, exponiendo en un solo libro (Rihla) sus experiencias y conocimientos adquiridos.

La Ruta de la seda

Pero los contactos entre ambos extremos del mundo entonces conocido, el Mediterráneo occidental y el Lejano Oriente son más antiguos de lo que generalmente se cree. Los vaivenes persas del siglo VI a.C. sirvieron de péndulo que conectara el antiguo Jorasán con el puerto de Alejandría.

Posteriormente, el empuje heleno que propiciara Alejandro Magno (s. III a. C), llegó hasta la orilla del río Indo, en la actual Pakistán, donde a buen seguro entraría en contacto con la esfera cultural y comercial china o sus satélites. La antigua Alejandría Escate, (ahora Juyand en el actual Tayikistán), sirvió como base fija para mantener los contactos entre la lejana Asia y el Mediterráneo.

En tiempos de la antigua Roma, es conocido que existían contactos comerciales que proveían de seda a la corte imperial romana en el mismísimo siglo I antes de nuestra era «La seda china era célebre en Roma ya en tiempos de Julio César, muerto en 44 a.C., y se importó en cantidades aún mayores en décadas posteriores.

«La seda tiene una especial conexión con China. En los Zhou tardíos, China era, para los que estaban más allá de sus fronteras, la tierra que producía seda, el más apreciado de los tejidos, una tela suave, sutil, ligera y duradera que se podía teñir de colores vivos. Se empleaba para la escritura en una cultura en la que la palabra escrita poseía un carácter sagrado. También simbolizaba la riqueza; no sólo la vestían los ricos, sino que se empleó como moneda en forma de rollos desde tiempos de los Zhou hasta la dinastía Tang, un milenio después» (Buckley Ebrey, 2009).

«Llegaba después de pasar por muchas manos: la cadena de intermediarios estaba formada por mercaderes sogdianos, partos e indios, entre otros. Se recibía en forma de madejas de hilo de seda y de tela de seda tejida en la misma China o en talleres sirios. De regreso a China, las caravanas llevaban oro, caballos y, en ocasiones, productos de lujo procedentes de Asia occidental…, garantizar el abastecimiento de caballos fue un problema constante» (Buckley Ebrey, 2009).

El corazón del mundo (Frankopan, 2015) siempre dio pulso al resto de su cuerpo a través del flujo que circulaba por las distintas arterias que atravesaban sus territorios (Hobson, 2006). La visita a las montañas Tian Shan, en la frontera del actual Kirgyzstán, facilita la visión de los sistemas nómadas pastoriles que se mueven a uno y otro lado de las montañas forzados por la dinámica temporal o estacional de los prados con los que se mantiene el ganado (Pulido, 2024).

Las necesidades de aprovisionamiento y la obtención de los progresos en utensilios o tecnología es un hábito cotidiano sin la mayor trascendencia aparente. Pero es la célula mínima en el comercio internacional que progresó a lo largo de casi 10.000 km durante miles de años.

Es así como nació la conocida Ruta de la seda y cómo prosperó hasta convertirse en correa de transmisión de materias primas, mercancías y conocimientos. E incluso de epidemias. Los trágicos episodios de la peste bubónica o peste negra durante la Edad Media, tuvieron su origen en las estepas centro-asiáticas, llegando hasta la Europa occidental a bordo de las pulgas que se hospedaban en animales de carga y sus aparejos (Hobson, 2006).

El nombre de China

China es uno de esos países que es nombrado de forma internacional con un nombre distinto al que tienen asignado sus propios habitantes. Nada que ver con la pronunciación zhōng guó de su nombre nativo. Conocer los orígenes de esta disyunción siempre resulta motivo de curiosidad.

He de reconocer que, hasta mi reciente visita al país, no había tenido conocimiento sobre este tema. Las lecturas referentes a la historia de China hablaban de su concepción como centro del mundo, pero desde un punto de vista pasado, sin vincularlo al momento actual.

Para cualquier visitante que llegara al país del Lejano Oriente, encontrarse con un idioma de configuración a base de grafía pictórica y conceptualización silábica debía resultar una barrera de difícil superación a nivel mental.

La importancia además de la acentuación relativa en cada una de las sílabas, hasta el punto de cambiar su significado, es una peculiaridad que requiere habilidad auditiva y fonética propia de artistas musicales.

Si a veces nos cuesta entender o reproducir las entonaciones y pronunciaciones diferentes para el idioma en nuestro propio país, cabe dentro de la lógica más básica que alguien que escucha el idioma chino por primera vez, tienda a interpretarlo como mejor le encaje en ese momento.

Así pues, se considera a la dinastía Qin, pronunciada como shin, la atribución como gentilicio del nombre al territorio. China, el país de los Qin (shin). Es el mismo caso que Marruecos, el país de Marrakech (bilad Marrakush) o Andalusya, la tierra de al andalus.

«Cuando Quin venció a todos sus rivales, China se convirtió en un gran imperio agrícola. La monarquía burocrática centralizada, la forma de gobierno que iba a caracterizar la mayor parte de la historia china posterior, fue instaurada por los Quin (que gobernaron toda China de 221 a 206 a.C) y que se consolidó durante el dominio más prolongado de la dinastía Han (202 a.C – 220 d.C.). También fue en este período cuando China propiamente dicha demarcó la extensión de su ámbito geográfico, el área en la que los chinos serían el grupo étnico dominante a medida que el gobierno ampliaba su domino por inmensas regiones y llegaba por el sur hasta Vietnam» (Buckley Ebrey, 2009).

Esta teoría tiene cierta similitud y encaja bien con el nombre meso oriental por el que se conoce aquel país. En árabe, China es bilad as Syn y su gentilicio, sinnya. Dada la mayor proximidad entre ambas partes del mundo así como el enlace conector que el árabe supuso durante la Edad Media entre los terrenos de uno y otro lado, parece viable que el topónimo Syn, fuese origen del término occidental con el que se denomina al país de los mandarines.

Saber que en tiempos de la Grecia helénica, entre el siglo II y la Roma inicial se conocía como Sérice o Sinae, parece dejar más claro esto último. El centro asiático, con lo árabe medieval como vehículo conector y época de intensificación comercial entre ambos extremos, reforzó el nombre antiguo vinculado al nombre chino de la seda 繅絲 (sāo sī, enrollar seda) (Wikipedia, 2024).

Viaje a China

Viajar al Lejano Oriente no es algo nuevo, como ya se ha comentado, ni original. La cantidad de recursos y conocimientos que a lo largo de la Historia tienen origen en aquellos confines llevaron al establecimiento de conexiones interesadas en su aprovisionamiento.

Los nudos de confluencia de aquellos trazados prosperaban destacadamente con relación al resto de su entorno, por lo que siempre despertaron interés desmedido en aquellos foráneos que aspiraban a su control. Tal fue el fondo subyacente en las incursiones griegas en la Edad Antigua, Las Cruzadas en la Edad Media y cualquiera de las disquisiciones geopolíticas de la actual Edad Moderna (Hobson, 2006; Frankopan, 2015, Frankopan, 2019).

El eje transversal que facilitó la conexión latitudinal en el mayor espacio terrestre del Planeta propició el flujo de ideas, equipamientos y tecnología al menos desde los primeros tiempos del Neolítico. Esto fue la causa de su progreso y las diferencias a muchos niveles con respecto a otras partes del mundo (Diamond, 2015).

Ser consciente de todo ello en primera persona, resulta fascinante. Es por eso que viajar a Centroasia y Lejano Oriente, tiene mayor trascendencia cultural que cualquier otra parte del mundo.

Běijīng 北京

Con la capital (jīng) del norte (bĕi), ocurre algo parecido a lo referido con respecto al topónimo con el que el país se conoce fuera de sus fronteras. Pekín no tiene ninguna aproximación fonética con el nombre vernáculo de la ciudad. Así que su descubrimiento por primera vez, genera la misma sorpresa. Puesto a consultar, se descubre el rastro acerca de la transcripción fonética del nombre original.

Los orígenes urbanos del actual emplazamiento pasan por distintas vicisitudes y cambios de nombre hasta la conquista mongol por Kublai Jan en el siglo XIII (1215) que trasladó allí la capital de sus dominios después de reconstruirla como la gran capital (大都) y fundar la dinastía Yuan, de origen centroasiático.

Prácticamente desde entonces ha funcionado como capital del país, salvo algunos lapsus durante la posterior dinastía Ming (1368-1644) y los primeros años de la República de China (1928-1949) en favor de Nanjíng 南京, la capital del sur. Hasta la declaración de la República Popular China que se llevó a cabo en la plaza de Tian’anmen el año 1949, manteniéndose hasta hoy.

De su época son el Palacio Imperial (Ciudad Prohibida), el Templo del Cielo y la Plaza de Tian’anmen (Puerta de la paz celestial 天安門廣場), que era la entrada principal a la ciudad imperial. Este conjunto es el principal eje de la visita monumental a la ciudad, junto con el Palacio de Verano, actual reconstrucción de lo que fue el original construido en 1750 y destruido por el ejército británico en 1860 tras la ocupación de la ciudad durante la segunda Guerra del Opio.

Tian’ anmen es prácticamente un fortín blindado frente a visitantes extranjeros. La aproximación ya se hace incómoda con tanto obstáculo, barrera y control policial. Enseguida que te localizan como foráneo te cuestionan acerca de la reserva de entrada. Debe hacerse con 24 horas de antelación. Para ello, debes tener instalado el programa WeChat en tu teléfono y llevarlo a cabo antes de las 22.00h porque pasado ese límite, la aplicación te notifica tareas de mantenimiento.

Instalar WeChat no es fácil, requiere la aprobación previa recomendación de ciudadanía con nacionalidad china.

Los demás recintos monumentales no tienen complicación. Es una carrera de fondo, frente a tumultuosas colas de visitantes nacionales. Posteriormente me será desvelado que octubre, es el mes vacacional chino. Multitud de familias, grupos organizados, colegios, se movilizan para visitar las joyas culturales del país.

Ciudad prohibida

Los principales monumentos de la ciudad son uno de los mejores ejemplos de la arquitectura tradicional china. Basada en la madera su concepto y estructura difiere notablemente con la occidental. No obstante, aparecen algunas connotaciones que recuerdan o parecen conectar con la arquitectura persa.

El dintel chino es rectangular, como el egipcio o el griego clásico. Pero en fábrica de madera. Curiosamente, está representado por el fonema (kŏu) que significa boca, entrada, agujero (Ceinos, 2010). La puerta primera al recinto palaciego es bastante explícita. Después, alguna que otra más.

El uso de la madera resulta emotivo. Las formas arqueadas, los ensambles, las superposiciones y el colorido. El notorio colorido y la ornamentación en dibujos de filigrana me recuerda mucho a la delicadeza andalusí que debió encontrar inspiración si no aquí, si la conexión oriental que supusieron Siria y Persia.

Esta policromía en madera, me alumbraba la imagen de las sillas o faroles sevillanos, a fin de cuentas, el estandarte colorido de la principal fiesta de la actual capital Bética. Esta pasión por el color se manifiesta en la ornamentación china a todos los niveles. Empezando por la vestimenta y terminando por la gama que acompaña cualquier evento festivo. El color amarillo está reservado a la iconografía imperial. Posiblemente por identificarse con el Sol.

Curiosidad notoria en las estructuras de madera, es la tipología de cercha o armadura. La construcción del triángulo es inexistente o muy sencilla, superpuesta sobre una estructura rectangular ajena al principio indeformable del triángulo.

El templo del cielo es menos suntuoso que el palacio imperial. Y sus estructuras principales son de planta circular.. El volumen cilíndrico que conforman, con esos techos pseudocónicos promueven una sensación de armonía que traslada mucho equilibrio emocional.

Su utilización en un recinto dedicado a la expresión y cultivo espiritual debe resultar por tanto de lo más esperable. Las combinaciones de color o su significado, también. Su simbología es la de lo celeste, por eso también el color azul de su tejado.

Pueden verse perfiles en arco, construidos en piedra o ladrillo, pero muy pocos. Los he encontrado en algunos edificios privados de carácter doméstico. Curiosamente, una versión más circular y si apenas jambas que recuerda mucho al hispano arco de herradura. Conociendo la conexión sino-hispana existente con el rabilargo (Cyanopica cooki Bonaparte) la mente divaga albergando la posibilidad de algún tipo de conexión en algún momento remoto de la historia.

Actualmente Běijīng es una ciudad super moderna, con vías de comunicación de primer nivel que mantienen un flujo automovilístico impresionante. Los transportes para llegar a la misma son también de primera línea.

El sistema ferroviario chino se encuentra hoy entre los mejores del mundo y el aeropuerto, es un alarde arquitectónico. Es difícil encontrar una superficie diáfana tan extensa que no presente apoyos intermedios. Miles de metros cuadrados, amparados bajo una celosía de barras continua con algún que otro arco intermedio.

Su territorio, de 16.400 km² aproximadamente acoge a unos 22 millones de personas. Ya andaban organizados en bicicleta monocromática en tiempos revolucionarios. Hoy, se mantiene el parque de pedal, sobre todo bajo iniciativa pública de alquiler, pero ha sido sustituido de manera mayoritaria y eficiente por la motocicleta eléctrica.

Motocicletas y automóviles de propulsión eléctrica llenan las avenidas y los callejones de esta y otras ciudades chinas. Ello ha contribuido a que, la nombrada contaminación que se atribuía a estas ciudades, prácticamente haya mermado hasta casi desaparecer. El ferrocarril suburbano también funciona de forma sobresaliente.

Esta asombrosa concentración de población, que supone la mitad de un país como España, distribuida sobre una superficie que viene a ser como algo superior a una provincia como Jaén o Sevilla se organiza urbanisticamente en barrios nuevos que se distribuyen en vertical.

Conjuntos urbanos con edificios que levantan unas 35 plantas en altura vienen a dar cobijo a viviendas de carácter medio en las que se observa la particularidad de diseño en que su gran mayoría es exterior.

No dan la apariencia de masificación que se tiene en muchos de los barrios españoles construidos entre los años 60 y 80 del siglo pasado. El espacio horizontal, no parece ser un problema en esas magnitudes de territorio y disponibilidad pública.

Con estos flujos de población y un radio de acción medio diario de unos 200 km, la electrificación de la movilidad parece tener sentido y ser viable. El punto de recarga siempre está disponible en las horas de inactividad, presto para dar servicio al día siguiente.

El esquema, basado en una gran concentración de personas parece por tanto muy distinto al occidental que pretende imitarle partiendo de premisas de organización urbana y social muy diferentes. Por lo pronto, China resuelve con mucho, de forma alternativa, la demanda de combustibles tradicionales que le son ajenos. Y con ello alivia enormemente la carga de polución atmosférica consecuente.

A esta innovación en movilidad hay que añadir otras cuestiones como el seguimiento mediante cámaras de los movimientos en la vía urbana y la trazabilidad digital del dinero. A nivel turístico, resulta muy complicado cambiar divisa. Es por lo que hay que ir preparado para las transacciones digitales.

Una tarjeta virtual y el uso de aplicaciones de pago en el terminal telefónico, es lo más útil. De aquí al pleno control sobre la voluntad social, hay simplemente un pequeño movimiento de imposición política. Es el sueño buscado por algunos, afanados por establecer mecanismos idénticos en sus respectivos núcleos sociales y es la finalidad velada de todo el relato actual sobre carbonofobia que se presenta como cambio climático.

La Gran Muralla China

La Gran Muralla, es el icono más representativo de la China histórica. Con sus más de 2.400 km de longitud (hasta 21.000 km según algunos autores si se tienen en cuenta sus ramificaciones) es indudablemente el muro defensivo más grande del mundo.

Considerado como una de las maravillas del mundo, es una de las visitas obligadas en un viaje a China. Para ello, desde Beijing se toma un bus que lleva hasta la barriada de Quanhe, situada a unos 50 km de distancia. Desde allí se toma un taxi local, aunque más bien, ellos te toman a ti, que te acerca a toda velocidad y alto riesgo hasta el recinto administrativo del área de visita.

El lugar, parece íntegramente un parque temático, orientado a la captación del visitante y sobre todo, de su monedero o tarjeta de crédito. Las opciones para subir a la muralla son tres: a pie, en teleférico de cabina, telesilla.

Las de bajada son cuatro: a pie, teleférico, telesilla, tobogán. Esta última es la más utilizada y la más recomendada en días de meteorología amable.

La subida a pie no es nada complicada. A nivel local la tienen establecida en 1,5 horas de camino. La experiencia propia no llega a 30 minutos en subida fácil. Aunque hay algunas pendientes, la primera experiencia del senderismo chino resulta sorprendente.

Una escalinata de piedra sólida se ha establecido para evitar resbalones, días de barro y complicaciones. Falta pasamanos, pero la anchura es más que suficiente y la integración en el bosque del entorno resulta más adecuada.

Densa vegetación de robles, nogales, arces apuntan un multicolorido bosque en otoño que a mediados de octubre aún se muestra perezoso. En el ascenso, el recorrido lleva a pensar en las dificultades para transporte de material hasta la divisoria de la colina.

Se considera que la primera organización estructural de la gran muralla como defensa procede del primer regente de la dinastía Qin, hacia el año 200 a.C. Se procedió a la reorganización de distintos tramos que ya existían anteriores como respuesta de rechazo a las incursiones de las tribus xiongnu procedentes de las estepas y desiertos del noroeste.

Su construcción requirió varios miles de obreros, hasta el punto de que se considera como uno de sus crímenes contra el pueblo chino (Buckley Ebrey, 2009). Para alguien que conoce lo que supone construir un vallado metálico sobre la divisoria de algunas de las montañas españolas, no es complicado imaginar la energía que se requiere para construir tamaña infraestructura en esa topografía.

La sección de la muralla es trapezoidal, de unos siete metros de altura, por unos cuatro de ancho. La base, en aproximadamente las tres cuartas partes de su altura está construida con sillares de granito. Dos filas paralelas que suponemos rellenas de tierra para dar consistencia.

La coronación se materializa con fábrica de ladrillo. El ladrillo chino no es parecido al occidental. Sus dimensiones son mucho más grandes, tanto a soga (largo) como a tizón (ancho), aproximadamente el doble, con lo que viene a resultar casi cuatro veces en volumen.

Su material también es distinto. A diferencia del color ocre de las arcillas occidentales, el ladrillo chino es de color oscuro. Recuerda mucho al material ígneo como la ofita, lava o la puzolana artificial obtenida mediante incineración. Tal vez deba a eso su color oscuro.

A simple vista, la impresión que ofrece es la de composición vítrea y mayor dureza que la de los ladrillos ocre de las construcciones mediterráneas. Su color oscuro contrasta incluso con la piedra que existe en la base.

Acumular y distribuir tal cantidad de material en la época de su construcción sólo con medios manuales y tracción animal, requiere una cantidad de energía asombrosa. Proceder a su organización hasta conseguir la fábrica deseada, todo un reto de ingeniería.

Visto en la actualidad, el trazado de la gran muralla y su estructura muestra con facilidad su utilidad como medio de comunicación más que como elemento defensivo. Conociendo otras proezas viarias, como el camino real persa, la mayor funcionalidad de una estructura como esta, que serpentea colinas por su máxima divisoria y permanece inalterada frente al denso bosque que parece engullirla, semeja una carretera con sus respectivas estaciones intermedias para guarnición y posta.

Señales visuales mediante luz o banderas servirían para notificar de forma rápida noticias o advertir de amenazas en camino. A la vista queda que, llegado el caso no presentó la efectividad esperada para frenar ejércitos hostiles adentrándose en el territorio.

La pólvora ese trueno artificial de invención china, fue la que condenó las antiguas murallas a la obsolescencia. La técnica del minado, nace precisamente para socavar su cimentación provocando el hundimiento del lienzo más favorable para el asalto y su batida.

Pese a todo, más de veinte siglos después, una de las mayores obras de ingeniería de todos los tiempos, se mantiene erguida como símbolo de la historia del pueblo chino y su legendaria manera de hacer las cosas.

Xi’an 西安

El reino de Qin, uno de los Reinos Combatientes que se repartían por el territorio de la actual China antes de su unificación consiguió dominar a los demás bajo el mandato del rey Zheng (política) (Ceinos, 2010), que adoptó el nombre dinástico de Qin Shi Huang 秦始皇, el primer emperador Qin, (Ceinos, 2010) en el año 221 a.C., contemporáneo a la Grecia helénica.

El nuevo y primer imperio (Shi Huang) mantuvo su capital en la ciudad de Xiangyang 襄阳, donde reside la ayuda (Ceinos, 2010), antigua capital de los Qin. Allí, el nuevo y primer emperador, de título huangdi (el magnífico unificador del mundo) concentró toda la organización del nuevo imperio que debería administrar Todo bajo el cielo.

«Es el inicio de la monarquía burocrática centralizada como forma de gobierno que caracterizará a la mayor parte de la historia china posterior» (Buckley Ebrey, 2009). Su reinado fue un tanto efímero, tal vez desestabilizado por su fama de estricto, megalómano, cruel y supersticioso. Poco después de su muerte (210 a.C.) su dinastía perdió el trono.

En el año 202 a.C. un campesino que había liderado una de las revueltas, se hizo con el trono. Su nombre Liu Bang 劉邦 fue más conocido por Gaozú 高祖 (alto antepasado) o Gaodi 高帝 (alto emperador). Instaló la capital en Chang’an 長安 (la paz perpetua), cerca de la anterior capital Qin y fundó la dinastía Han, que se mantendría durante los dos siglos siguientes aproximadamente.

Con el tiempo, la nueva capital pasó a denominarse Xi’an, la paz en occidente (dinastía Ming, siglo XV). Chang’an fue contemporánea a la Roma republicana, y el emperador Wudi 武帝, (el emperador valiente) coetáneo con la misma está considerado como uno de los más importantes en la conformación de la identidad nacional china y su formación como potencial mundial.

Bajo su reinado (141-87 a. C.), se combatió tenazmente a las tribus nómadas del norte, los xiongnu (hunos) hasta estabilizar la zona. Esto permitió el establecimiento de relaciones comerciales hacia poniente, llegando a conectar con la mismísima metrópoli del Mediterráneo.

Es así como se constituye la llamada Ruta de la Seda, con uno de sus extremos en Antioquía y el otro en Chang’an. Ello contribuyó al fomento de toda la actividad artesanal y agrícola del Lejano Oriente favoreciendo su prosperidad y desarrollo. El invento del papel procede de esa época.

Chang’an se convirtió en la ciudad más grande del mundo, con una población de un millón de personas y foco de atracción de comerciantes, estudiantes y peregrinos de toda Asia. (Buckley Ebrey, 2009). Era la época de la dinastía Tang (581-907), considerada como una de las más prósperas en la Ruta de la Seda.

El comercio fluía en ambas direcciones, si bien la potencia industrial, artesanal, naval y artística china pesaba más en el flujo favoreciendo su llegada a occidente. El florecimiento de la Hispania andalusí tuvo mucho que ver con ello.

«China experimentó lo que yo llamo “el primer milagro industrial”, en virtud del cual muchas de las características que asociamos con la revolución industrial británica del siglo XVIII habían aparecido ya hacia el año 1100» (Hobson, 2006).

De esta época es la planificación urbana de la ciudad en su recinto histórico, que rodea una gran muralla. La muralla de Xi’an tiene planta rectangular, casi cuadrada, con unos 35 km de perímetro. En esto no es comparable a la Gran Muralla, a la que supera en sección transversal.

El corte trapezoidal de la sección presenta diez metros y medio de altura y entre 20 y 10 metros de anchura de su base a coronación. La fábrica es de ladrillo por completo. El tipo de bloque es el mismo empleado en la Gran Muralla, lo cual indica algunas cuestiones respecto a su temporalidad, dada la gran brecha de tiempo que se le supone a ambas construcciones.

Siendo los paños actuales de confección durante la dinastía Ming (siglos XIV – XVII) cabe asumir que la ciudad no debió sufrir ningún asedio importante. En la época de la pólvora la ingeniería de asedio y asalto cambió por completo por lo que la conservación de un elemento de ese orden debió quedar al margen de la tecnología explosiva que por aquel entonces ya estaba en apogeo.

Dado que la capital Ming ya se sitúa en la lejana Nankín, la posterior conquista por los manchúes (1644), la salvará de una catarsis en siglos posteriores hasta nuestros días. Es así como en Xi’an puede disfrutar de un paseo monumental elevado con magníficas vistas sobre la ciudad sobre el que cada día pasean sus ciudadanos.

Sin embargo, la atracción actual en Xi’an no es esta colosal muralla, ni tampoco ninguna de las huellas que dejó su histórica capitalidad imperial. Desde su exhumación, el interés principal recae en el colosal ejército de estatuas de terracota levantado para guardar simbólicamente el mausoleo que dejó el primer emperador Quin Shi Huang .

Una muestra más de su poder para transmitirlo a las generaciones venideras, y así perpetuar su memoria. Es un hábito común al de otras figuras regias de la historia, en lejanos enclaves tanto en el espacio como en el tiempo.

El hecho tiene toda la conexión con el remoto hábito faraónico de perpetuar la memoria del Hijo del Cielo. La distancia intermedia entre ambas civilizaciones, tanto en espacio territorial como temporal sólo encuentra conexión lógica a través de Persia.

El entorno del mausoleo del primer Emperador se ha convertido en un referente del turismo en el país. Visto así, al igual que sucede con los monumentos egipcios, ha logrado el objetivo perseguido, hacer eterno el personaje, al menos en la memoria histórica.

Octubre, el mes nacional dedicado a vacaciones inunda todo de un reguero humano. Xi’an no ha de ser menos, la explanada de los guerreros, obviamente, tampoco. Afortunadamente, el recinto es plano y de extensión descomunal. Al igual que sucedía en la Gran Muralla, aparenta un parque temático.

Sus dimensiones son mayores y da cabida a restaurantes y tiendas de souvenirs de lo más variopinto. El reclamo turístico se ha convertido en una industria nacional bien pertrechada y organizada. Xi’an es la segunda muestra de ello que encontramos en el viaje.

El espacio museístico está formado por cuatro naves. Tres de ellas corresponden al inhumatorio guerrero, la cuarta es un museo temático sobre el lugar. Una visualización general del espacio puede dar una idea de lo que fue el enterramiento y lo que puede quedar aún por ser excavado.

Recomendable empezar por la tercera, la más modesta de todas. Es la de dimensiones más pequeñas y transmite alguna sensación sobre el aspecto sepulcral del lugar. Mayor recogimiento, poco alarde y la luz cálida que suele iluminar los monumentos megalíticos del mundo.

Es la única que pude ver esculturas de caballos. Las figuras parecen escenificar actividades cotidianas de un acuartelamiento militar o de un campamento desplegado en campaña. La ubicación bajo ras del suelo no permite apreciar bien el tamaño de las figuras. Pero sirve para comparar la escala humana con la talla del caballo.

Estos caballos pequeños no debían satisfacer las necesidades militares de la defensa nacional y se cuenta que fueron una de las excusas que motivaron el establecimiento de la Ruta de la seda en tiempos del emperador Wudi, en torno al año 125 a. C. con otros Estados occidentales. Fergana, un país al otro lado de las montañas celestiales 天山 (Tian Shan) donde se criaban excelentes caballos que sudaban sangre.

Tal vez por eso, a esos caballos se les llamaron caballos celestiales 天马 (tiān mă), por encontrarse al otro lado de las Tian Shan. En algunos libros pueden encontrarse traducciones como caballos azules, posiblemente al confundir celeste como concepto color frente a celeste por su vinculación al cielo.

La segunda nave, más grande, se encuentra en un recinto prácticamente lúgubre, con muy poca iluminación. El foso de excavación está prácticamente en pleno desarrollo y con poco material para mostrar. Las herramientas de los técnicos aparecen en el lugar y se puede apreciar la profundidad del enterramiento, las capas de material que lo cubren, así como las tremendas dimensiones de lo que resta por descubrir.

Lo mejor de esta zona es la pequeña muestra de esculturas que se encuentran a nivel de visitante y dispuestas para exhibición, integradas en urnas tridimensionales que permiten admirar las esculturas a tamaño real y apreciar los minuciosos detalles con que fueron fabricadas.

El pabellón 1 es colosal. Sus dimensiones superan las de un pabellón deportivo cubierto. Una vez más, China hace alarde de ingeniería estructural y enormes arcos de celosía dejan libre un espacio bajo cubierta que alberga todo un ejército de terracota aún en excavación.

Este lugar si que impresiona. Tanto por la extensión como por la formación ordenada de todo un ejército impasible que parece estar en disciplinado orden a la espera de instrucciones para desfile o trabajo. No tiene par en todo el arte del mundo. Ni siquiera en Egipto, donde el adjetivo faraónico se emplea para lo descomunal, se equipó una tumba con algo igual.

El ambiente es algo lúgubre porque no tiene la iluminación artificial de las naves anteriores y la natural que la invade, resulta insuficiente. Hay que recorrer todo el perímetro visitable, porque a medida que se adentra hacia el fondo, el nivel de la pasarela permite tener las figuras a la altura de los ojos y se obtiene una mejor sensación de tamaño y proximidad.

Hubiera sido un acierto disponer aunque fuese con réplicas, un pequeño recorrido entre las estatuas para poder sentir la realidad que transmiten cuando las consigues tener cerca. Algo que en el museo resulta más accesible, aunque las urnas de protección y los pedestales no trasladan exactamente eso.

A buen seguro ha de haber muchos más puntos de interés en la ciudad que fue durante cinco siglos capital del Lejano Oriente y cabecera de la ruta de la Seda. Un sólo día no es suficiente para interesarse en una ciudad que durante su época de esplendor, favoreció el progreso del mundo a occidente.

El aeropuerto se encuentra a unos 40 km del centro de la ciudad. El trayecto a Guilin es de aproximadamente una hora de vuelo.

Guilin 桂林

Bosque de Osmantus es el significado del nombre de esta ciudad situada a orillas del río Li. Situado a unos 1000 km al sur de Xi’an se ubica a unos 25º de latitud norte, aproximadamente el mismo paralelo en el que se sitúa Luxor, a orillas del Nilo, una situación de ambiente tropical.

Frente a los rigores desérticos de aquella localización egipcia, Guilin se sitúa cerca del océano Pacífico en la orilla del Mar de la China y es afectada por el Monzón del Índico. La consecuencia de ello es un manto vegetal continuo que cubre los terrenos no cultivados, ofreciendo un paisaje de aspecto húmedo y siempre verde.

Guilin es una ciudad pequeña. Dicho así es algo que vale para un país como China, donde esa escala equivale a medio millón de habitantes, aunque en su contorno alberga hasta 5 millones. No es la megaurbe que hemos dejado atrás en Xi’an o encontraremos después en Hangzhou pero visto desde aquí, se equipara con capitales como Barcelona o Madrid.

Es otro caso más de lo que supone la concentración de población y las ventajas que ello revierte en cuanto a gestión y eficiencia en la distribución de recursos.

El interés principal de Guilin es su entorno paisajístico. Desde alguna de las colinas circundantes en cuanto se coge algo de altura, incluso en el parque del Elefante, situado en el centro de la ciudad, se aprecia un paisaje muy singular con alineaciones de domos rocosos con el contraste cromático que da la oscura vegetación fijada sobre las grisáceas calvas que deja la roca caliza.

Recomendable la visita al río Li, en uno de sus tramos navegables que discurre por el singular paisaje de los domos calcáreos que han dado fama a la región. Lo llaman erosión kárstica aunque no es exactamente eso.

Por alguna razón, derivada de la disposición en origen y la particularidad de los esfuerzos en la orogenia correspondiente (Alpina a buen seguro) estos mantos sedimentarios se levantaron con una inclinación (buzamiento) singular que los dejó en muchos casos en sentido casi perpendicular.

Forman así enhiestos domos pétreos de configuración natural. Es lo que se llama geomorfología, y en este caso dan lugar a un paisaje que parece salpicado de promontorios rocosos cubiertos por vegetación densa de tipo subtropical (macaronésico).

Entre ellos discurre el lecho del río, conformando un paisaje que recuerda mucho a otros como los del cercano Vietnam (bahía de Halong), con la diferencia entre la salinidad de las aguas y la perspectiva más cerrada que presenta un curso fluvial frente a una amplia bahía marina.

Durante el crucero se pueden encontrar escenas de pescadores en el curso fluvial, pertrechados con sus cormoranes auxiliares, sobre balsas de bambú. También en las orillas se pueden encontrar agricultores y búfalos de agua.

Es fácil apreciar también las estructuras llevadas a cabo para manejo del agua y su aprovechamiento en regadío. Diques, azudes, acequias e incluso norias para sacar agua y dirigirla a los terrenos colindantes donde se cultivan árboles frutales. Posiblemente también moreras para seda.

El carácter “pequeño” de Guilin se aprecia en su tipología tradicional. No están las grandes avenidas de otras ciudades, los edificios de altura interminable. Tiene un aspecto rural, articulado a lo largo del río, que actúa como eje principal.

El centro residencial de Guilin es una serie de varias islas rodeadas por los canales que conforman el encuentro entre el rio Taohua 桃花 (flor de melocotonero) y el río Li 漓江. Aparentemente son canales artificiales, aunque dan el aspecto de un delta con sucesivos meandros.

Debe tratarse de una amplia llanura de inundación en el encuentro de ambos ríos, en la que se asienta la ciudad. Por eso le llaman el lugar de los dos ríos y cuatro lagos.

Alojado en algún lugar de esta zona, quedan a golpe de paseo los lugares más interesantes. El más famoso de ellos, es el lago Shanhu 杉湖 (lago del abeto), situado en pleno centro y donde confluye el río Taohua sobre el río Li.

Allí se ubican las pagodas del sol y de la luna, revestidas de color aúreo y plata. Una de las principales atracciones de la ciudad, sobre todo durante la noche. Cuando se iluminan su reflejo sobre las aguas las convierte en motivo fotográfico buscado por locales y foráneos.

Hay otras cosas que ver en Guilin, aunque realmente no parece alcanzar a los cuatro días que han pasado allí mis compañeros. Junto con Alwar y Juan, salgo en vuelo a Hangzhou 杭州 (la prefectura de las barcas), situado a unos 1100 km al noreste, cerca de Shanghai.

Huangshan 黄山 (la montaña amarilla)

Desde allí un tren nos llevará hasta Huangshan , unos 400 km al interior en el oeste. Una vez allí, hay que buscar un vehículo terrestre (lo más cómodo un VTC, tipo DiDi) para un recorrido de unos 55 km que se tardan casi una hora.

De esa forma, arribamos a Shanchacun (aldea de la montaña de cha), donde se encuentra el Valle Esmeralda (Emerald Valley), seguramente llamado así en base al color de la piedra de Jade. Que el núcleo habitado al que se llega se llame Jade Village concede pistas en este sentido.

El valle es más bien un cañón fluvial no muy angosto, cubierto por bosque montano en ambas laderas, donde apenas se aprecian indicios de cultivo. Hay bambú, arces, robles, nogales e incluso hayas en sus cotas más elevadas.

Existe un sendero habilitado para la visita y ya apenas nos sorprende que exista una taquilla a la entrada en la que hay que pagar precio por el recorrido. 60 yuan, que vienen a ser casi 10 euros. El recorrido tiene sentido circular a lo largo de un arroyo de montaña de aguas salvajes que en a finales de verano.

Aunque las corrientes y saltos de agua llegan a ser espectaculares, lo más significativo desde nuestro punto de vista es la zona de discordancia o contacto entre materiales litológicos de distinta naturaleza. Granitos, de origen ígneo frente a calizas, de origen sedimentario en su otra vertiente.

A nivel hidrológico no tiene especial significación, salvo la posibilidad de fisuras kársticas o simas que anulen la corriente superficial y generen otra dinámica en el paisaje. Sin embargo, a nivel florístico presenta gran importancia por las características calcífugas que son inherentes a algunas especies vegetales y que pueden marcar diferencias significativas entre ambas laderas.

Una cuestión que requiere atención y más tiempo del que nosotros pudimos dedicar.

La visita a la montaña Huang Shan al día siguiente nos sorprende con una niebla baja y densa que apenas deja trazar visuales de mediana longitud. Pese a ello, el plan de viaje nos nos permite opciones de cambio.

El acceso implica el transbordo en autobús lanzadera hasta la entrada al área paisajística, como allí llaman a los espacios visuales promocionados. Desde aquí, una opción es subir el casi infinito sendero escalonado por unos 6700 peldaños o tomar la opción teleférica.

Obviamente, las vistas en funicular son más impresionantes, incluso en días velados por la niebla como el que nos ha tocado. Las distintas aperturas que se producen son ventanales inmensos al impresionante paisaje que se desvela.

Inmensas moles verticales de granitos redondeados se levantan dotando al horizonte de una sucesión de crestones erguidos. Cada uno está tallado por la intemperie en modo diferencial, distinguiéndose del resto, lo que les lleva a recibir nominación específica de forma individual.

Sobre ellos, se encaraman desafiantes al vacío una legión de pinos (Pinus taiwanensis Hayata) que son la inspiración más original de muchos de los grabados y paneles que conocemos como representativos del paisaje chino o japonés.

En rincones menos expuestos y capaces de generar acúmulo de materia edáfica, se asientan parches de bosque caducifolio donde se pueden distinguir de forma genérica arces, nogales, hayas y robles. En momentos de inicio otoñal, agregan al paisaje un mosaico colorido que aumenta la viveza y calidad visual.

Junto a todo ello, indudablemente hay que resaltar la acción humana en este paisaje. Si un sendero ya es toda una proeza en estas cumbres, la calidad de la manufactura, con anchura próxima a 2 m y pavimento total con peldaños de piedra granítica rebasa los límites del asombro.

Construcciones en esta altura, del calado de hoteles de alta calidad, cual palacetes, aumenta aún más la perplejidad. No hay posibilidad de acceso mecanizado por vía terrestre, ni la cantidad de peldaños y rampas parezca adecuada para movilidad con animales de tracción o carga.

Construir todo ello a partir de la implementación de un teleférico, parece bastante desproporcionado. Así pues, el calificativo obra de chinos, adquiere aquí una dimensión bastante real.

Comprobar cómo es la movilidad de algunos turistas que rehúsan caminar o cómo se portean distintos materiales por estos senderos a expensas de esfuerzo humano, retrotraen a imágenes del pasado en la construcción de edificios singulares, de obras públicas o de aprovechamiento minero.

La instalación de pasarelas y sendero en tramos de pared totalmente vertical dispara igualmente la imaginación sobre la complicación inherente al trabajo, el manejo de tecnología tradicional y su conjugación con la mano de obra humana.

Pese a las duras condiciones, no falta el culto por la belleza, el buen gusto y la habilidad para habilitar espacios de meditación o encuentro con el medio natural. La instalación de estanques para el agua corriente y el aprovechamiento de regueros en escorrentía, confiere aspecto ajardinado a grandes tramos del recorrido.

Hasta el momento, todos los espacios naturales y monumentales que hemos visitado se encuentran dotados de una accesibilidad y urbanización pasmosa. Todo ello bajo pago de tasa por entrada a precio medio (4-12 euros).

Al día siguiente se revierte la situación meteorológica, visitamos algunos de los pueblos con tipismo tradicional en la zona. En el camino, el punto de acceso al bus lanzadera para la montaña, es un hervidero humano. La escasa visibilidad panorámica del día anterior se vio compensada por una reducida afluencia que permitió una experiencia sensorial más estrecha con el entorno natural.

En el trayecto puede apreciarse la técnica de cultivo del arbusto del té, Camellia sinensis (L.) Kuntze. Un arbusto perennifolio al que se le recolecta su producción anual de hojas. Vista la técnica de cultivo, se parece en mucho a la del viñedo de montaña ibérico.

Los arbustos son de mediano tamaño y se disponen en hilera sobre laderas de montaña con cierto pronunciamiento en sus pendientes. Frente a nuestras vides, las camelias mantienen su hoja durante todo el año, lo que reduce la acción erosiva por impacto y escorrentía de la precipitación pluvial.

Su intenso color verde y el apretado aspecto que adquieren cuando son cosechadas, genera barreras lineales que funcionan a modo de setos o terrazas frente a la erosión. De este modo se consigue un paisaje de composición estable a lo largo del año dado que la hoja del arbusto del té, es siempreverde.

Resulta imposible conocer en una pasada la dinámica del paisaje a lo largo del año. En un arbusto perennifolio, solamente las diferencias de matices en el verde pueden aportar diferencias. También puede que la época de floración responda a cambios de pauta en el patrón principal durante el resto del año.

En cualquier caso, esa conformación estriada de color verde, resulta característica y enseguida se asocia con las montañas del té.

La llegada a Hongcun ya no resulta sorprendente. Un aparcamiento previo, a rebosar y multitud de visitantes, de origen interno. Coincidir con el mes nacional de vacaciones, tiene ese tipo de inconvenientes.

Organizado como pueblo modélico, hay que pasar nuevamente por caja. Unos seis euros el ticket de entrada. A cambio, cero información, ni siquiera un simple folleto o esquema para la visita. Pasado el control de entrada, la vista es muy afable.

Un río actúa a modo de foso defensivo y los edificios residenciales del fondo constituyen una alineación continuada que no tiene aspecto de muralla, pero que en sí, actúa como tal. De hecho, esta alineación circunda el espacio residencial y el acceso a su interior se lleva a cabo por huecos que actúan como los pasos o portones en una muralla clásica.

La perspectiva desde este lado del foso, resulta entrañable. El interior, también contiene multitud de escenas arquitectónicas tradicionales, si bien se ha convertido en un parque temático, como tantos otros monumentos que llevamos visitados.

Más que un pueblo, parece un centro comercial donde cada vecino aprovecha para especializarse en algún tema de interés para quién visita. Pese a ello, se pueden encontrar algunas cuestiones interesantes sobre modos de vida antigua, oficios, tradiciones, y sobre todo, la arquitectura típica del mundo rural.

Después de este, visitamos Xixi, otro de confección muy similar y planteado en el mismo modo de escenografía turística. Es posible evadir el control de acceso a través de entradas alternativas al pueblo que hay en dirección perpendicular a la carretera que lo bordea.

El aspecto es muy similar al anterior, aunque el número de visitantes es bastante más reducido y las dimensiones del recorrido, también lo son. El pueblo está asimismo flanqueado por un estanque que alberga cultivos de arroz. No tiene aspecto de utilidad defensiva. Aunque la estructura del recinto urbano, se plantea también en modo cinturón con aberturas a modo de controlar el acceso.

En su interior, el mercadeo expositivo es mucho más reducido que en el caso de Hongcun por lo que al margen de un par de calles al inicio del recorrido, el resto del pueblo se presenta casi desierto y mucho más tranquilo. ¡¡Resulta posible conseguir fotos sin gente de por medio!!!.

Finalizada la visita, llegada a la estación de ferrocarril de Huangshan desde la que un tren de alta velocidad nos lleva en un par de horas a Shanghai (unos 450 km al este). Si en tu viaje quieres visitar las montñaas Huang Shan, elige mejor el aeropueto de Shanghai como punto de partida. La diferencia con respecto a Huangzhou es de tan solo una hora en tren, pero las alternativas de horario son mucho mayores, por la cantidad de vuelos a Shanghai como destino interior.

Shanghai 上海 (encima del mar)

La ciudad de Shanghai es otro de los lugares de este país a los que se llega predispuesto. Su reciente pasado historial, bajo ocupación internacional y principalmente británica, la incluyó entre las más conocidas (junto con Macao, Hong Kong) a consecuencia de su promoción como baluarte de occidentalidad y modelo de progreso y modernidad.

Su elevada población, por otra parte, contribuía a incrementar las referencias transfronterizas al quedar incluida entre los núcleos humanos más densamente poblados del mundo.

Shanghai fue una de las ciudades vinculadas al vergonzoso Tratado de Nankín que China hubo de admitir tras ser derrotada por Inglaterra en la Segunda Guerra del Opio (1839-1842) En las últimas décadas, después de su retorno a plena soberanía china a mediados de los años 90, desplegó tal proliferación urbanística que produjeron una actividad apabullante.

De ese modo, Shanghai también se convirtió en un referente arquitectónico a nivel mundial, como han sido otros centros urbanos como Doha o Dubai en los Emiratos Árabes. Fotografiar sus horizontes perfilados por alturas edificadas o visitar esos enormes desafíos a la gravedad, son uno de los principales atractivos para muchos de sus visitantes.

Otro de los grandes atractivos de tan ingente entorno urbano es su posición estratégica. La desembocadura del río Yangtsé es no sólo un encuentro con el río más largo de Asia. Es también un encuentro con la historia de la civilización humana (Pulido Pastor, 2015) y un entorno natural de potencialidad formidable.

El conjunto humano de Shanghai no es casual, se debe a la posición estratégica que tiene y que favoreció el desarrollo de actividades a lo largo de su historia. La agricultura, la pesca y posteriormente el flujo entre sociedades humanas para su intercambio entre el interior y la costa, funcionó como fuente de prosperidad y atracción.

También, el hecho distintivo, por la presencia extranjera, en tiempos de marcadas diferencias culturales y económicas durante todo un siglo, ha sido un referente promotor para desarrollo y concentración humana.

Con todo ello, Shanghai es uno de los mejores ejemplos que pueden encontrarse como confluencia entre lo tradicional y lo más innovador del momento. Organizar la vida para tal número de población en un espacio relativamente reducido, sólo puede considerarse como un enorme reto urbano y social.

Con ello, China ha logrado un modelo de organización que permite unos niveles de eficiencia energética per cápita muy difíciles de lograr en occidente.

Para una visita turística a la ciudad o su entorno, no merece la pena contratar guía a través de algunas de las altertativas que se ofrecen en la web. El precio de 50 euros por persona es excesivamente caro y todo es accesible de forma fácil a través de transporte público. Bien sea metro o bien sea taxi de VTC (Didi).

Hay mucha información publicada en cualquier medio y las recomendaciones más usuales pasan por el Templo del Buda de Jade, cuyo principal valor no es el arquitectónico sino la actividad religiosa que aún mantiene el claustro de monjes que alberga. Aunque nada especial si ya se ha tenido la oportunidad de contemplar algo así en Nepal, Tíbet o India.

El museo de Shanghai es también recomendado en todos los planes de visita de la ciudad. No podemos opinar desde aquí porque coincidimos con una exposición monográfica sobre el Antiguo Egipto y estaban todas las reservas agotadas.

Así que la opción fue visitar el centro logístico de copias falsas. Un centro comercial subterráneo donde se puede encontrar todo a precios que no lo son. Es decir, se oferta con un precio que después del regateo se puede quedar en una quinta parte. Si no regatea el cliente…, se lo lleva la corriente, jajajaja. Así que ¡A espabilar se ha dicho!

Otra de las zonas interesantes es la ciudad antigua. Lo mejor que tiene es el gran contraste de la arquitectura y el urbanismo tradicional con el resto de la megaurbe que es Shanghai. Ahora, totalmente remodelada se ha convertido en uno de los puntos de atracción turística y organizado como un gran centro comercial en horizontal.

Cada edificio, cada portón da opciones de acogida para algún tipo de negocio. Cierto que también muy en línea con la tradición comercial y artesana del país. Pero a un nivel de modernidad que nada tiene que ver con lo antiguo.

En dicho barrio se encuentra la casa jardín Yu Yuan, auténtico ejemplo de casa tradicional señorial y jardines monumentales de maravillosa confección e integración arquitectónica. Recuerda mucho a la japonesa y utiliza recursos alegóricos que seguramente sean muy comunes.

Es muy distinta de todo lo visto en otros países vecinos del Lejano Oriente donde parece que tuvo más influencia el estilo persa o hindú que el chino. En la arquitectura china se usa mucha madera, pero el tipo constructivo, curiosamente carece del triángulo en las estructuras de sustentación, sobre todo en las de cubierta.

El caso de Yun Yuan recuerda mucho a los cármenes de Granada o al alguna casa señorial persa. Mucha luz y mucha jardinería, que además en aquel tiempo tenía también cierto interés productivo de autosuficiencia.

La extensión total del conjunto viene a ser aproximadamente de una hectárea (10.000 m²) y su época de construcción se remonta al s. XVI. Se me antoja muy vinculada al tipo de residencia señorial persa e incluso al de las casas y palacios urbanos andalusíes de la etapa nazarí o sus homólogos marroquíes como pueden ser los riads de la época meriní.

Todos ellos diagnóstico de períodos de esplendor económico derivado principalmente de la actividad administrativa cercana a la Corte o bien al emprendimiento comercial con algunas mercancías apreciadas en la época como fueron la seda, las piedras preciosas, las especias o las maderas exóticas.

El caso chino, como el japonés, se distingue por su tratamiento sobre la vegetación. Los parterres y los estanques tienen otro tratamiento, muy integrado en la arquitectura del edificio. Además, la miniaturización de paisajes y el tallado de árboles y arbustos (bonsai) son un elemento distintivo que también caracteriza a la jardinería del Japón.

Y por supuesto, la orilla del río y la contemplación nocturna de la megápolis de Pudong, con sus enormes edificios esbeltos que intentan rascar el cielo. La Torre de Shangai, con sus 632 metros es por el momento el segundo edificio más alto del mundo, sólo superado por la Torre Califa (Burch Jalifa) ubicada en la ciudad de Dubai.

La iluminación del conjunto arquitectónico en noches de cielo raso, convierte al distrito en otra atracción monumental más de la ciudad. Puede que actualmente sea la más conocida y visitada.

Si el tiempo de visita lo permite, suele ser habitual conocer algo del entorno. El delta del Yangtsé es uno de los más grandes del mundo y sin duda, actualmente el más habitado. En su entorno es fácil encontrar ambiente de marisma y pantano que se prodiga para el cultivo del arroz.

El destino más usual es Suzhou, conocida como la Venecia china por su entramado de canales y el hábito de desplazarse sobre embarcaciones a remo que recuerdan mucho al estilo gondolero. Otra excursión que se recomienda efectuar en modo autónomo bajo alquiler de vehículo VTC.

El lugar es tan pequeño que las explicaciones de un guía específico se agotan enseguida. Con la cantidad de recursos que se puede disponer en web o en folletos de visita, no merece la pena contratar ex profeso.

Al igual que otros pueblos similares o centros de visita, el lugar parece estar blindado. Se requiere pasar por un acceso controlado previo pago de ticket de entrada. En este caso el equivalente a 15 euros/persona.

Al igual que en el caso de Hongcun o Xixi la arquitectura es muy similar. Sorprende en cierto modo el uso de la cal para recubrimiento de paramentos exteriores. En ese sentido, se les puede aplicar el criterio de pueblos blancos, al menos estos que están cerca de formaciones calizas.

Lo más singular es la trama de canales que se entrelaza con los edificios, obligando a obras de paso como son los pontones. El lugar desde luego, resulta muy fotogénico. Convertido como otros en centro de referente turístico, los precios se desmarcan de la línea general del país. En eso parece que todo el mundo aprendió pronto la misma regla de uso.

No es lugar para comprar souvenirs o mercancía. Ninguno de los puntos de interés turístico visitados son recomendables en ese sentido. Es preferible indagar en los mercados de barrio que pueden encontrarse incluso en las grandes ciudades como Xi’an, Guilin o el propio Beijing.

Y hasta aquí el recorrido por el país que para algunos es origen de la civilización y sobre todo, la fuente de la que bebió occidente durante al menos dos milenios para su progreso, inicialmente a través de la correa de transmisión que supuso el comercio terrestre internacional (Ruta de la seda) y después de forma directa con el transoceánico (Portugal, Galeón de Manila, Compañía de las Indias Orientales).

«Evidentemente, China no es un vástago de ninguna de las antiguas civilizaciones de Oriente Próximo en ningún sentido razonable dado lo diferentes que son su lengua, escritura, cosmología y arte. No obstante, lo que hace de China una de las grandes civilizaciones del mundo no es su aislamiento ni su pureza, sino la manera en que el complejo de ideas, formas sociales, habilidades y técnicas que se amalgamaron en la Antigüedad proporcionó a China la capacidad de crecer, adaptarse y expandirse» (Buckkely Ebrey, 2009).

¡¡UN PERFECTO LUGAR PARA RASTREAR LOS ORÍGENES ORIENTALES DE LA CIVILIZACIÓN DE OCCIDENTE!!  (Hobson, 2006).

Antonio Pulido Pastor
Asociación Forestal Andaluza (A.F.A.)

Referencias:

Buckley Ebrey, P. (2009).- Historia de China. La esfera de los libros, colección Cambridge. Madrid.

Ceinos, P. (2010).- Manual de escritura de los caracteres chinos. Miraguano S. A. Ediciones. Madrid.

Diamond, J. (2015).- Armas, gérmenes y acero. Editorial Debate, 2ª ed. Barcelona

Frankopan, P. (2015).- El corazón del mundo. Editorial Crítica, Serie Mayor. Barcelona

Frankopan, P. (2019).- Las nuevas rutas de la seda. Editorial Crítica, Serie Mayor. Barcelona

Guénon, R. (2004).- La gran tríada. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. Barcelona

Hobson, J. M. (2006).- Los orígenes orientales de la civilización de occidente. Editorial Crítica, Libros de historia. Barcelona.

Menzies, G. (2004).- 1421, el año en que China descubrió el mundo. Editorial Grijalbo, colección Huellas perdidas. Barcelona

Pulido Pastor, A. (2015).- El monzón del Índico en el origen de las primeras civilizaciones humanas. Chronica naturae, 5: 81-90. Asociación Hombre y Territorio. Sevilla.

Pulido Pastor, A. (2024).- Kirgyzstán: canción de viento y agua. Revista digital Tottori Trip. Málaga

Wikipedia (2024).- Ruta de la seda https://es.wikipedia.org/wiki/Ruta_de_la_Seda#cite_note-7